Morante cincela, Talavante lo borda y Roca Rey incendia Jerez con un indulto clamoroso

La plaza de toros de Jerez vivió este sábado una de esas tardes que engrandecen la historia de la tauromaquia. La ganadería de Jandilla ofreció un encierro de notables prestaciones que permitió a Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y Roca Rey dejar su impronta con faenas de diferente corte, pero de gran intensidad. El culmen llegó con ‘Labriego’, bravo y completo sexto toro, al que el peruano Roca Rey indultó tras una faena vibrante y entregada que puso a la plaza en pie. 

El arranque de la tarde no presagiaba lo que estaba por venir. Morante de la Puebla apenas pudo dejar detalles ante un toro excesivamente pesado y sin fondo. Un par de verónicas con su aroma y un intento serio por ambos pitones fue todo lo que pudo ofrecer antes de marcharse en silencio tras varios intentos con la espada.

Talavante, en cambio, dio el primer aldabonazo de la función con el segundo. Desde el saludo a la verónica, toreando a pies juntos con elegancia, hasta un inicio de faena explosivo de rodillas, el extremeño mostró su mejor versión. El toro, noble y con clase sobre todo por el izquierdo, permitió a Talavante bordar el toreo natural, con la figura desmayada y la muñeca rota. Cerró la obra con un emotivo arrimón y unas ceñidas luquesinas antes de dejar una estocada en buen sitio. Las dos orejas fueron incontestables.

El tercero no se lo puso fácil a Roca Rey. El peruano, que ya había arriesgado en el quite con unas chicuelinas de vértigo, se mostró poderoso y firme con un toro informal y deslucido, al que tapó los defectos con temple y mando. La faena ganó enteros en una tanda poderosa en redondo y en un arrimón final que levantó al público, aunque falló con la espada. Silencio.

El cuarto trajo de vuelta a un Morante inspiradísimo, que apostó por un toro complicado y sin clase. A base de confiarse y mimar las embestidas, el cigarrero lo fue metiendo en la muleta. Toreó con la derecha con ligazón y elegancia, y con la izquierda alcanzó también cotas notables. La faena, cargada de torería, sensibilidad e improvisación, merecía más premio, pero un espadazo defectuoso lo dejó en una oreja.

Talavante volvió a mostrarse entregado con el quinto, un toro de ensueño para hacer el toreo. Fijeza, clase, ritmo... y un torero abandonado, templado y profundo. Dos series en redondo memorables, naturales de bella factura y un cierre de faena con manoletinas de alto calado rubricaron otra gran actuación. Esta vez, un pinchazo previo a la estocada le rebajó el premio a una oreja.

Y llegó el clímax con el sexto. Roca Rey lo recibió toreando a la verónica hasta los medios, preludio de una faena volcánica y de entrega total. Citó de rodillas, toreó en redondo con mando y ligazón, y cerró con un arrimón cargado de tensión, enlazando circulares de infarto. El toro, noble y creciente, respondió con clase y bravura. La plaza fue un clamor pidiendo el indulto de ‘Labriego’, y el presidente no dudó. El propio Roca Rey lo llevó hasta chiqueros en medio de una ovación, en una faena de dos orejas simbólicas.