El Mene, al natural, corta la única oreja de la noche en Las Ventas

La cuarta cita del ciclo nocturno en Las Ventas estuvo marcada por la emoción y la entrega de los novilleros, en una noche de contrastes donde los tres jóvenes hicieron frente a un lote desigual de Casa de los Toreros. El Mene abrió la puerta de la ilusión con una oreja, Javier Zulueta dejó muletazos de gran trazo y Sergio Sánchez protagonizó la heroicidad de volver al ruedo tras pasar por la enfermería.

El único trofeo de la noche llegó en el cuarto novillo y fue para El Mene tras correrse turno por el percance de Sánchez. Fue ante un novillo con cuajo y buen son en la muleta, al que el novillero aragonés recibió con verónicas templadas y ajustadas. La faena, especialmente por el pitón izquierdo, tuvo ligazón y entrega, con muletazos largos y con personalidad. Cuando parecía que todo quedaba en el terreno de la calidad, un pitonazo en la pantorrilla izquierda puso a prueba su firmeza. Sin mirarse, continuó imponiéndose sobre la embestida y cerró con un final genuflexo que caló en los tendidos. La estocada, contraria y algo suelta, resultó efectiva y tras la petición, el palco concedió la única oreja de la noche. 

Antes, en su primero, un novillo amplio pero falto de fuerza y celo, El Mene se mostró muy firme. Ante la escasa transmisión, optó por la seguridad y el oficio para sujetar las desordenadas embestidas, resolviendo con un pinchazo y una gran estocada que no encontraron eco en los tendidos.

Javier Zulueta se encontró en primer lugar con un novillo de feas hechuras y poco cuello que, pese a frenarse de salida, permitió al sevillano dejar detalles de toreo caro. Muy sangrado en varas, se apagó pronto en la muleta, pero en las escasas arrancadas Zulueta dejó muletazos de enorme trazo y empaque, especialmente por el derecho. La espada, tras un pinchazo y una estocada, no ayudó a redondear su obra.

Con su segundo, lidiado en quinto lugar tras correrse turno, intentó de nuevo imponer su concepto de pureza. Se lució en el saludo de verónicas pese a que el novillo embestía con los pechos. En la muleta, faltó humillación y recorrido, aunque Zulueta se mantuvo firme y toreó con suavidad, cargando la suerte y dejando naturales aislados de gran factura. La falta de continuidad del astado y el largo metraje del trasteo impidieron mayor conexión. 

La noche tuvo su capítulo más emocionante con Sergio Sánchez. Su primero, geniudo y sin entrega, lo volteó en dos ocasiones: primero le partió la taleguilla y después le infirió una cornada en el gemelo derecho en un pase de pecho junto a tablas. Con la taleguilla destrozada y sin mirarse, cuajó una faena de disposición y firmeza que remató con una estocada soberbia antes de retirarse a la enfermería por su propio pie.

Tras ser operado, volvió el ruedo para estoquear al sexto, el novillo de mejor condición del encierro. Con el empaque de quien vuelve de un percance, lo saludó con chicuelinas ajustadas y, ya con la muleta, dibujó series vibrantes en las que el novillo humilló con clase. La espada, tras dos intentos, cayó al tercer envite.