4ª ALFARERO DE ORO
La dimensión de Bastos y la entrega de Capdevila marcan la tarde en Villaseca
Notable novillada del Conde de Mayalde, seria pero de muy buenas hechuras, con un sexto premiado con la vuelta al ruedo.

Natural de Tomás Bastos al sexto novillo del Conde de Mayalde
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La novillada del Conde de Mayalde dotó de contenido una tarde más que interesante en el coso de La Sagra. El encierro del hierro toledano se presentó en Villaseca con un conjunto de gran seriedad y finas hechuras, ofreciendo un juego noble y variado que permitió ver una de las tardes más intensas del certamen. Tomás Bastos volvió a dejar claro que es un nombre llamado a ocupar los puestos de privilegio en el escalafón, rubricando una actuación de gran calado más allá de los trofeos. Y junto a él, la entrega de Gonzalo Capdevila, que regresó de la enfermería para firmar una faena heroica, añadió el tono épico a una jornada de altos vuelos.
Lo del portugués Tomás Bastos en Villaseca tuvo el sello de acontecimiento. Frente a su primero mostró firmeza y un temple que se tradujo en una faena medida y ligada, en la que el toreo al natural alcanzó momentos de enorme hondura. Cortó una oreja tras estocada entera.
Pero donde llegó el cante grande fue ante el bravo sexto, que acudió a la distancia y permitió un gran tercio de varas protagonizado por José María González. Tomó dos varas empujando abajo y recargando con clase y entrega. En la faena de muleta, el portugués deslumbró con un trasteo de gran expresividad y pureza, torean omuy despacio y con la muleta arrastrada, que puso a la plaza de su parte. La mala fortuna con la espada, primero al hacer guardia y luego al pinchar, le cerró la puerta grande, aunque el utrero 'Enarbolado' fue premiado con la vuelta al ruedo y el eco de lo vivido quedó grabado en el ambiente. También dio una vuelta al ruedo Bastos.
Gonzalo Capdevila protagonizó parte épica de la tarde. Fue prendido de forma dramática al recibir al cuarto, con una cornada en la ingle que lo mandó a la enfermería. Contra todo pronóstico, volvió al ruedo con el muslo vendado y se entregó en una faena de temple y corazón, en la que el valor estuvo acompañado de buen toreo. La oreja que paseó tuvo sabor a gesta y fue coreada con fuerza por los tendidos.

Momento de la cornada sufrida por Gonzalo Capdevila en el cuarto novillo
Antes, en el utrero que abrió plaza y al que también recibió a portagayola, el gaditano dejó momentos interesantes por el pitón derecho, toreando con dimensión y temple.
A Javier Zulueta le correspondió un lote que no terminó de romper. Hubo muletazos de trazo exquisito, especialmente al quinto, pero siempre aislados, sin llegar a redondear la faena. Lo mejor quedó en algunos cambios de mano y naturales de bello trazo, aunque la falta de continuidad y los fallos con la espada rebajaron sus opciones de triunfo. Su primero, muy apagado en el último tercio, le dio pocas opciones de mostrar su concepto.