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Curro Vázquez y Rincón dictan lecciones ex cátedra de la esencia del toreo en Las Ventas

Los dos veteranos diestros emocionan y triunfan saliendo a hombros junto a la novillero Olga Casado.

Curro Vázquez durante la faena de muleta a su novillo de Garcigrande

EFE

Curro Vázquez durante la faena de muleta a su novillo de Garcigrande

Agencia EFE

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Paco Aguado

Los diestros retirados Curro Vázquez y César Rincón, que fueron premiados con las dos orejas por un público fascinado, dictaron en la mañana de este domingo en Las Ventas, en Madrid, sendas lecciones ex cátedra de la auténtica esencia del toreo durante el festival con el que se homenajeó al legendario Antonio Chenel, Antoñete.

En medio de un cálido y receptivo ambiente, con la plaza abarrotada de un público expectante por ver en acción a los veteranos que dejaron huella en este ruedo, y que no llegó a ver la afición más joven, el festival sirvió para dejar en evidencia la evolución, que no siempre para bien, ha sufrido la tauromaquia en las dos últimas décadas.

Y para hacerlo más evidente, tanto Curro Vázquez, con 74 años cumplidos, como César Rincón, con 60, se sirvieron del buen juego de los bonitos novillos de Garcigrande en dos faenas con las que, por concepto, puesta en escena y varios momentos fulgurantes, volvieron a poner en pie los tendidos de Las Ventas.

Olga Casado, César Rincón y Curro Vázquez, a hombros en Las Ventas

EFE

Olga Casado, César Rincón y Curro Vázquez, a hombros en Las Ventas

La de Vázquez, todavía limitado de facultades, o tal vez por eso, se ciñó a lo más esencial del toreo, con una efectiva y torera apertura por bajo para asentar con temple a un animal al que llevó largo para acabar con trincheras y ayudados que hicieron rugir a la plaza.

Después, tras algunas dudas motivadas por el viento, el maestro de Linares (Jaén) aún cuajaría varios naturales eternos, de largo y moroso compás, y varios soberbios ayudados por bajo en un dictado conciso y preciso, envuelto en el aroma de una añeja torería.

En otro palo, pero igual de auténtico, César Rincón buscó siempre el cite en esa larga distancia que le dio fama y le hizo salir lanzado en esta plaza a primeros de los 90, para acabar por cuajar tres rotundas y redondas tandas de muletazos, dos de ellas al natural, en las que, sin mayores aditamentos ni excusas, concretó el toreo de más asiento y mando a las embestidas del de Garcigrande.

Fue así como ambos maestros compendiaron el toreo más esencial, el que no necesita de mayores aditamentos ni dilaciones injustificadas de una pretendida técnica, para provocar en los espectadores las emociones más intensas de este arte de siglos.

Y eso intentó también otro dueño del concepto eterno como Morante de la Puebla, el "culpable" de este homenaje a uno de sus toreos más admirados, pero que se encontró con la escasa colaboración del elegido novillo ensabanado de Osborne, muy similar en todo a aquel toro "blanco" que Antoñete inmortalizó sobre la misma arena a mediados de los 60.

Pero este no tuvo tanta calidad ni tanto empuje, sino que, medido fuerzas, apenas dejó al de la Puebla esbozar detalles sueltos y naturales sin ligazón posible, pero siempre asentado, antes de tumbarlo de una excelente estocada.

El resto del festejo tuvo menos historia ya que Frascuelo, que a sus 77 años entró en último momento como sustituto de Julio Aparicio, no logró afirmarse con el tercero de la suelta, molestado por el viento ante un utrero que exigía más firmeza y gobierno que los que este otro veterano de mil batallas fue capaz de aplicar a estas alturas.

Antes, el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza había abierto plaza con un "murube" de El Capea al que castigó de más con los rejones de salida, lo que restó bríos al novillo en el templado y ajustado, pero poco vibrante, tercio de banderillas que le cuajó sobre Berlín, el último caballo estrella de su carrera.

Por su parte, Enrique Ponce, justo después de las lecciones de Curro Vázquez y Rincón, se dedicó a hacerle al quinto una faena "moderna", tomándose unas injustificadas y descontextualizadas ventajas en la colocación y en el trazo, con una pretendida e insulsa "facilidad" que no era lo que pedía la larga y enclasada embestida del de Garcigrande.

Ya cerca de cumplirse las tres horas de festejo, la novillera Olga Casado se fue asentando y templado, tanta a tanda, con la mano izquierda ante un séptimo novillo con buen son pero débil de remos, al que alargó demasiado, en el uso actual, una entonada faena que se premió con dos generosas orejas, en el tono amable de toda la extendida mañana.

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FICHA DEL FESTEJO:

Cinco novillos de Garcigrande (el 3º como sobrero al devolverse el titular), uno para rejones de El Capea (1º) y uno de José Luis Osborne (7º), despuntados para festival, terciados y "cómodos" de cabezas, que dieron muy buen juego por su nobleza y duración, aun medidos de fuerzas en algunos casos, lo que acusó más el de Osborne.

El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza: medio rejonazo trasero y contrario (ovación).

Curro Vázquez: estocada trasera (dos orejas).

Frascuelo: estocada tendida trasera y estocada (vuelta al ruedo).

César Rincón: pinchazo y golletazo (dos orejas).

Enrique Ponce: pinchazo y estocada trasera (oreja).

Morante de la Puebla: estocada y descabello (oreja).

La novillera Olga Casado: estocada desprendida (dos orejas).

Festival homenaje y pro monumento al torero Antonio Chenel, Antoñete, con cartel de "no hay billetes" (23.000 espectadores), en mañana fresca, con viento racheado y molesto.

(Foto)

Visto en ABC

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