¿Qué podría pasar con las cuentas de correo que ya no usas? La razón por la que es mejor revisarlas pronto

Con los años, sin darnos cuenta, vamos acumulando decenas de ellas

Gmail

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Fernando Díez

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3 min lectura

Vivimos conectados casi todo el tiempo. Revisamos el correo, escuchamos música en streaming, compramos por internet, miramos series, participamos en redes sociales y usamos aplicaciones para casi todo. Cada una de esas actividades requiere una cuenta, un registro más con nuestro nombre, correo electrónico o número de teléfono. Con los años, sin darnos cuenta, vamos acumulando decenas de ellas

El detalle es que muchas de esas cuentas terminan en el olvido. Dejamos de usar un servicio, nos cambiamos a otro o simplemente perdemos el interés. Sin embargo, pocas veces nos tomamos el tiempo de eliminar esos perfiles antiguos. Pensamos que, si ya no entramos, no pasa nada. Pero en realidad sí pasa: cada cuenta abandonada se convierte en una pequeña ventana abierta a nuestra información personal.

las amenazas principales

Las plataformas en las que confiamos nuestros datos no son infalibles. De vez en cuando aparecen noticias sobre filtraciones o robos de información que afectan a miles de usuarios. Si entre esos usuarios estás tú, y esa cuenta sigue activa con contraseñas antiguas o con el mismo correo que usas hoy, un atacante podría aprovecharlo para acceder a otros servicios. Y lo peor es que muchas veces ni nos enteramos.

Además, las cuentas viejas también pueden contener rastros de nuestra vida digital que preferiríamos no mostrar. Fotos, publicaciones o datos que en su momento parecían inofensivos, pero que hoy podrían resultarnos incómodos o incluso comprometernos de alguna manera. Mantener esos perfiles abiertos es, en cierto modo, dejar una parte de nuestra historia expuesta sin necesidad.

Por eso vale la pena dedicar un momento a revisar todo lo que hemos creado con el paso del tiempo. Buscar cuentas antiguas, cerrar las que ya no necesitamos y actualizar la información de las que sí seguimos usando. Es una tarea sencilla, pero muy útil para mantener nuestra seguridad y nuestra privacidad bajo control.

Más riesgos

El problema no es solo que esas cuentas puedan ser hackeadas; también es que muchas están conectadas entre sí. Por ejemplo, un correo que ya no usamos puede estar vinculado a servicios activos, como la banca digital, tiendas en línea o redes sociales. Si alguien logra acceder a esa cuenta olvidada, podría intentar restablecer contraseñas en los servicios que realmente usamos, y de repente un pequeño descuido se convierte en un gran problema

Además, nuestras cuentas inactivas conservan información que a veces ni recordamos: fotos, datos personales, preguntas de seguridad o mensajes. Todo esto puede ser usado en nuestra contra o, en el mejor de los casos, simplemente quedar expuesto sin que lo sepamos. Incluso si no pasa nada grave, tener perfiles desactualizados genera confusión y da una imagen incompleta o antigua de nosotros mismos.

Eliminar cuentas viejas también es un acto de control digital. Nos permite tener claridad sobre dónde estamos registrados, qué información compartimos y quién tiene acceso a nuestros datos. No es necesario obsesionarse con ello, pero dedicar un rato a cerrar cuentas que no usamos es como ordenar nuestra vida en línea: menos desorden, menos riesgos y más tranquilidad.

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