Julio Rodríguez, psicólogo: "Las extraescolares son un exceso de cosas productivas; los menores tendrían que tener más tiempo para jugar"

El uso de pantalla se ha convertido en parte de la vida diaria, incluso para los más pequeños. Sin embargo, los expertos no paran de recordar que el uso de las pantallas restan más de lo que suman en su desarrollo

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Redacción digitalEuropa Press

Madrid - Publicado el

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El uso de las pantalla se ha convertido, cada vez más, en parte de la vida diaria, incluso para los más pequeños. Es muy habitual ver a niños con un teléfono móvil o una tablet entre las manos, si no delante de una televisión. Parece inevitable que crezcan sin estar rodeados de esta tecnología. Sin embargo, los expertos no paran de recordar que el uso de las pantallas en la infancia restan más de lo que pueda llegar a sumar el desarrollo del menor.

Julio Rodríguez es psicólogo, doctor en Biología y divulgador científico, y en una reciente entrevista ha apuntado que "se puede jugar a través de las pantallas, pero el jugar debe acontecer en el mundo real". Agrega que "jugar ayuda a conocer la realidad, a medir tus fuerzas, a conocer al otro; y esto no tiene que acontecer tras las pantallas, que perjudican y anulan estas situaciones; no hay juegos educativos en las pantallas, ni en los videojuegos, según la Ciencia".

El psicólogo ha publicado recientemente 'Jugar por Jugar', un manual en el que desvela la importancia del juego para el neurodesarrollo de los menores y en el que, por supuesto, las pantallas se mencionan y cuestionan.

Subraya, de hecho, que hay estudios científicos que demuestran que las pantallas no son la realidad del día a día, y perjudican los beneficios que en sí aporta la realidad para el desarrollo de los menores. 

"El ser humano es un ser social, su cerebro biológico ha evolucionado y necesitamos el contacto social, la percepción de las cosas y el aprendizaje es mayor cuando viene de algo real. La manera de percibir por los ojos, de absorber toda la comunidad, la visión espacial u olfativa no te lo dan las pantallas", sostiene.

Las pantallas no deben sustituir a la interacción social

Además, mantiene el psicólogo que las pantallas emiten imágenes, algo que, sin duda, influye en la concentración y en el aprendizaje de los niños. "Las pantallas provocan una carencia de la realidad. No hay nada en pantallas que pueda sustituir a la interacción social. La atención que un niño le presta a una persona real, la reacción emocional que se genera con esa interacción es mayor que si ponemos a los niños frente a una pantalla con la misma persona. O no le hacen caso, o no les afecta la presencia del otro", remarca.

Por eso, este experto insiste que "cualquier tipo de pantalla es mala en el neurodesarrollo de los niños", y todos los beneficios que aporta el hecho de jugar están desvinculados de los videojuegos. Es más, habla de los mismos en su libro y alerta de que con las pantallas se pierde igualmente toda la estimulación sensorial que te aporta la realidad, el estar presente en el aquí y en el ahora".  

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En caso de las consolas, además, Julio Rodríguez advierte de que no interactúas con la otra persona, "no os miráis, sino que miras a la pantalla"; al tiempo que alerta sobre los contenidos de los videojuegos, que sí afectan al neurodesarrollo del menor: "El efecto de los videojuegos es igual que cuando antes salía gente fumando en la televisión. Si hay violencia en los videojuegos esto también influye en el menor. Aumenta la hostilidad, la agresividad, o la irritabilidad, así como el estrés de las personas. Esto no es jugar y perjudica al neurodesarrollo".

DAR PRIORIDAD A LOS JUEGOS ANTES QUE A LAS PANTALLAS

Con todo ello, pedimos a este psicólogo que nos detalle la importancia del juego en los menores, y Rodríguez resalta que "jugar no solo algo que hagan los niños", sino que se trata de una actividad innata, incluso para los propios animales, que también juegan. 

"Es una conducta que, de alguna manera, está codificada en nuestro código genético. Es un comportamiento instintivo, que realizamos porque fue importante para la supervivencia en el pasado. El jugar es muy importante para el neurodesarrollo porque se produce durante el mismo el aprendizaje social, psicomotor, el aprendizaje del juego simbólico, en el juego se fomenta la creatividad, la inteligencia, las habilidades sociales, y el compañerismo, por ejemplo", detalla este experto.

Ahora bien, sí precisa que, para él, desde el marco teórico, el jugar es solo jugar, es decir, todas las actividades con reglas quedan descartadas en lo que puede llamarse juego; de forma que aquella actividad que es libre, sin reglas, desestructurada, sin un objetivo, casi sin guías sí es un juego porque "realmente jugar es el fin".

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Sostiene a su vez que "jugar es una manera a través de la cual los menores conocen el mundo y así mismos", y defiende que los menores deben jugar todo lo máximo posible, tanto solos como en compañía de otros. "Incluso los adultos deberíamos seguir jugando y es imposible en muchos casos", añade.

MENOS EXTRAESCOLARES Y MÁS TIEMPO PARA EL JUEGO LIBRE

Le preguntamos por las actividades extraescolares, actividades que, en muchos casos, reconoce que ayudan a los padres a conciliar, si bien avisa  sobre las mismas dado que en gran parte de las ocasiones les restan a los menores un tiempo "muy valioso" para su neurodesarrollo, como el que les proporciona el juego libre del que estamos hablando. "Las actividades extraescolares representan un exceso de cosas productivas. Los menores, al final, tendrían que tener más tiempo y libertad para jugar", indica.

Se muestra, por tanto, a favor de que los menores realicen menos actividades extraescolares y apuesta por que cuenten con más tiempo libre para jugar. "Si el niño quiere y le gusta el piano está bien que lo apoyes y vaya a clases, pero no hay que meterlo en 50 cosas para que esté ocupado. Saca más beneficio del juego en libertad", insiste.

Cuestionado sobre cuáles son los mejores juegos para los niños en este contexto, resalta nuevamente Julio Rodríguez que "el mejor juego para la inteligencia es el jugar en libertad, es lo mejor para el neurodesarrollo del niño"; de manera que cuanto menos estructurado y elaborado y más sencillo sea ese juego, más beneficioso será para el menor.

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