La enuresis, emisión involuntaria de orina durante el sueño, es un trastorno infradiagnosticado e infratatado que no afecta solo a los más pequeños (medio millón de niños en España) sino que también está presente en la adolescencia, un 3 % lo padece, y, en ocasiones, persiste en la edad adulta.

En un encuentro informativo, la pediatra del CAP Les Hortes de Barcelona, Almudena Sánchez, ha señalado que se trata de un trastorno (si bien la OMS la cataloga como enfermedad) al que tradicionalmente se le asignó una causa psicológica pero que, en la gran mayoría de casos, se debe a una alteración de la hormona antidiurética (vasopresina) y a una inestabilidad vesical, que provoca contracciones involuntarias de la vejiga cuando no está completamente llena.

También tiene un alto potencial genético. De hecho el riesgo de orinarse en la cama es de 5 a 7 veces mayor en niños con uno de los progenitores enurético, y 11 veces mayor cuando el problema afectó en la infancia a ambos padres.

Además, con frecuencia, existe comorbilidad y hay una estrecha relación entre la enuresis y otras patologías como estreñimiento, trastorno por déficit de atención e hiperactividad y síndrome de apnea obstructiva del sueño.

En este acto, el jefe de servicio de Psiquiatría y Salud Mental del hospital universitario Infanta Leonor, Javier Quintero, ha afirmado que la enuresis, que afecta al 10 % de los niños de entre 5 y 10 años, provoca un menoscabo en la autoestima y tiene serias consecuencias en los adolescentes, derivando en sintomatología ansiosa, en una primera fase, y depresiva, en un segundo tiempo.

En la adolescencia, según Quintero, la enuresis tiene mayor impacto ya que lo social cobra un peso fundamental. Para el adolescente el concepto de grupo es muy importante, y la sensación de inseguridad que supone padecer este trastorno tiene consecuencias importantes en su salud mental.

También se ha referido a los años de pandemia. Quintero ha subrayado que se viene a considerar la enuresis un trastorno menor, por lo que en estos dos años "donde todo lo que no era covid era irrelevante", los niños enuréticos no fueron atendidos con lo que ello supuso un previsible empeoramiento de su sintomatología.

Este psiquiatra ha advertido de los castigos que tradicionalmente se han aplicado para corregir el trastorno y que no han hecho más que agudizar sus sentimientos de culpa y vergüenza.

Y ha considerado que arrastrar este problema sin tratamiento también afecta a la calidad del sueño del niño, y ello impacta en el rendimiento escolar.

Por tanto estos expertos han apostado por generar más conocimiento y sensibilidad de lo que significa la enuresis, entre padres y pediatras, porque la enuresis tiene abordaje farmacológico, financiado por el Sistema Nacional de Salud, o dispositivos de alarma (un sensor que avisa al niño al detectar la primera gota de orina) que no están en la cartera de servicios de la sanidad pública.

Según han comentado, la mayoría de los casos son trastornos funcionales que responden bien a los tratamientos, que suelen ser efectivo después de seis meses de media.

No obstante, a veces se dan situaciones menos frecuentes pero que también entran dentro del diagnóstico como disfunciones más severas de la vejiga, una espina bífida oculta o pacientes con una excreción aumentada de calcio en la orina, muy típica del área mediterránea.