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Así suenan los Sanfermines

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La Plaza del Ayuntamiento de Pamplona antes del 'Txupinazo'. EFE

Antonio Trujillo
@atrujillos86

Redactor COPE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 10 jul 2018

Un sonido universal. En eso se ha convertido el CHUPINAZO de los Sanfermines. El 6 de julio a las 12.00 del mediodía los ojos de toda España miran a la plaza del Ayuntamiento de Pamplona, donde el ya archiconocido ¡PAMPLONESES! ¡PAMPLONESAS! ¡VIVA SAN FERMÍN! ¡GORA SAN FERMÍN! Activa todos los resortes de la fiesta de las fiestas, la que durante siete días vestirá Pamplona de blanco y rojo.

Y tras descorchar el primer día, llegará la mañana

"A San Fermín pedimos,
por ser nuestro patrón,
nos guíe en el encierro
dándonos su bendición”.

“Entzun arren San Fermín
zu zaitugu patroi
zuzendu gure oinarrak
entzierru hontan otoi”.

Esta es la letanía que suena cada mañana antes de que el reloj marque las 8 en punto. Dos cantos a San Fermín, periódico en mano, serán los que sirvan a los corredores para encomendarse al santo antes de que llegue el momento de los momentos.

Un cohete será el que descerraje la puerta de los corrales de la cuesta de Santo Domingo cada mañana para que empiece el universal encierro que llevará a los toros hasta la plaza de Pamplona.

Son 875 metros de pura tensión y adrenalina, que dejan imágenes memorables de los corredores delante de las astas del toro. Venciendo al miedo, cientos de corredores se ponen cada mañana en cualquier punto del recorrido del encierro. La cuesta de Santo Domingo, la Plaza Consistorial, la calle Mercaderes y su correspondiente curva con la Estafeta, el tramo de Telefónica y el callejón de entrada a la plaza de toros.

Y el día 7, después del primer encierro, los navarros tienen una cita con el santo, con quien le da sentido a todo, con San Fermín, que recorrerá las calles del casco histórico de la ciudad donde los pamploneses lo esperan para mostrarle su devoción y agradecimiento.

El momento cumbre de la procesión llegará en la Plaza del Concejo, con la Jota al Glorioso San Fermín.

Las charangas son las que tocan diana todas las mañanas por el centro de Pamplona después del encierro, porque lo de las 24 de horas de fiesta no es un mito.

Los que buscan los churros antes del descanso del guerrero se mezclan con los que van a por el almuerzo y llenarse de energías porque tienen todo el día el por delante. Las chistorras, la morcilla, huevos, panceta, callos o estafado forman parte de la dieta sanferminera.

En San Fermín, los más pequeños tienen su cita con la comparsa de gigantes y cabezudos que todas las mañanas a las 9.30 desfilan por las calles de Pamplona. Entre los gigantes, la pareja de los Reyes europeos son los favoritos de todos, grandes y pequeños.

Los reyes llevan también una corte de cinco cabezudos: el alcalde, el concejal, la abuela y la pareja de japoneses; y, además, seis kilikis: Barbas, Patata, Verrugón, Coletas, Napoleón. Se dedican a aporrear a los niños con unos vergajos de pega. Pero el kiliki por antonomasia es Caravinagre que, a pesar de su aspecto agrio, acaba conquistando a todos los niños.

Otra peculiaridad de los Sanfermines son las corridas de toros, también ‘sininigual’. Con el mismo ritual de todas, el punto de color lo ponen las peñas. Ir a los toros a Sol en Pamplona, es otra forma de ir a los toros. Las peñas se adueñan del ambiente, y llegan al coso con todo tipo de víveres para la merienda. Macarrones, caracoles, chorizos, mejillones, gambas… Todo regado con vino, con mucho vino, que servirá, además de para bebérselo, para que tu ropa no vuelva a ser blanca nunca jamás. La chica yeyé o Sigo siendo el rey son la banda sonora de cada tarde en la Plaza de Toros.

De hecho, las peñas de Pamplona convierten en un espectáculo tanto su entrada como su salida de la plaza, una salida que llega cuando ya está cayendo la noche sanferminera.

Esa noche sanferminera en la que unos estarán empezando, y otros terminando. Pero antes de irse hay que parar en los alrededores de la vuelta al castillo para contemplar el espectáculo de fuegos artificiales. Las mejores compañías pirotécnicas de España ofrecen cada noche uno de los momentos que articulan la jornada de San Fermín.

Y así cada día hasta el 14 de julio, cuando llegue el momento del adiós. Serán las 12 de la noche y los pamploneses se desanudarán el pañuelo del cuello para alzarlos con sus dos manos y decirle a los sanfermines:

"¡Viva San Fermín!. Gora San Fermín!... ¡Pobre de mí, pobre de mí, que se han acabado las fiestas de San Fermín!".

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