Virginia Suárez, ginecóloga: "La cantidad de infidelidades que destapo en consulta es heavy, cada dos por tres me viene alguna paciente"

La ginecología es un espacio donde las pacientes comparten no solo síntomas físicos, sino también realidades personales que, en ocasiones, resultan reveladoras. Como señala Virginia, una ginecóloga experimentada, "la cantidad de infidelidades que destapo en consulta es heavy". 

Este fenómeno se hace evidente cuando las pacientes acuden con síntomas que, aunque comunes, apuntan a algo más específico. Frases como "llevo días notando un flujo raro, con un olor fuerte, y siento molestias en la tripa o al tener relaciones" son habituales, y detrás de ellas suele haber una historia que va más allá de lo estrictamente médico. 

El proceso diagnóstico: más que un chequeo

Ante estos síntomas, el protocolo médico es claro. Según la especialista, "exploramos a la paciente, tomamos una muestra y, a menudo, realizamos una ecografía para descartar quistes, abscesos o alteraciones en el útero o los ovarios". 

Este enfoque meticuloso busca no solo tratar los síntomas, sino también identificar su origen. Sin embargo, lo que parece un simple chequeo puede desembocar en un hallazgo inesperado. Los resultados de los exudados frecuentemente revelan infecciones como gonorrea o clamidia, ambas enfermedades de transmisión sexual.

Infecciones que delatan secretos 

Lo que hace que estos casos sean particularmente impactantes es su contexto. "Son ETS recientes", explica la ginecóloga, "no son infecciones que la paciente haya tenido durante meses o años; suelen manifestarse en semanas o, como mucho, un mes". 

Los síntomas, como el dolor abdominal o las molestias durante las relaciones, aparecen rápidamente tras el contagio. Esto lleva a una conclusión casi inevitable: en pacientes con relaciones estables, la presencia de una ETS reciente suele apuntar a una infidelidad. Como dice la especialista, "es blanco y en botella".  

El peso emocional de los diagnósticos 

El diagnóstico de una ETS no solo implica un tratamiento médico, sino también una carga emocional. Para muchas pacientes, descubrir una infección de este tipo en el marco de una relación estable puede ser devastador. 

La consulta ginecológica, entonces, se convierte en un espacio donde confluyen la salud física y las complejidades de las relaciones personales, dejando al descubierto realidades que, aunque dolorosas, necesitan ser enfrentadas.