El Presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Ricardo Blázquez, ofreció ayer en el Foro de “La Razón” una serena reflexión sobre el meollo de la actualidad política, mostrándose de entrada preocupado por el tiempo transcurrido sin que se haya podido formar gobierno por falta de diálogo y generosidad en busca del bien común. La consecuencia es una incertidumbre política que puede causar heridas a la convivencia social. Metido de lleno en el análisis, el cardenal Blázquez afirmó que no es razonable ni legítimo poner en cuestión las líneas fundamentales de la Constitución, que fue precisamente fruto del diálogo y del consenso, si bien el paso del tiempo podría plantear la conveniencia de actualizar algunos aspectos.Tras señalar que nuestro marco como pueblo es Europa, recordó el discurso de San Juan Pablo II en Compostela, en el que pidió con acento dramático que Europa se encontrara a sí misma y volviese a los orígenes que la hicieron gloriosa en su historia. El Presidente de la CEE se refirió especialmente a la libertad de educación y a la libertad religiosa. Sobre esta última dijo algo que los políticos suelen olvidar cuando hablan de reformar la Constitución: que la aconfesionalidad del Estado significa que los ciudadanos puedan sentirse libres y respetados creyendo lo que estimen conveniente. El cardenal rindió homenaje a quienes tanto trabajaron para elaborar nuestro actual marco constitucional mediante un diálogo amplio y generoso que tanto se echa de menos en las circunstancias actuales.