Han sido semanas ajetreadas en la sede de Metro de Madrid desde el pasado 31 de noviembre en el que 50 grafiteros asaltaron la estación de Las Rosas. Unas semanas donde están siendo más protagonistas los actos vandálicos en la red del suburbano antes incluso, que su propio centenario. 13 pintadas de grandes dimensiones en tan solo dos semanas, por ello, este miércoles se han reunido la Consejera de transportes de la Comunidad de Madrid, Rosalía Gonzalo, con José Manuel Rodríguez Uribes, Delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid para buscar soluciones y se han conseguido avances.

Los grafiteros han agitado los despachos de la consejería de transportes, que ha querido ponerse manos a la obra con la mayor brevedad posible en la lucha contra el vandalismo, para ello, se contará con más presencia policial tanto en las estaciones como en los propios aledaños, junto con una comisión de seguimiento (aun sin fecha próxima aunque esperan que las reuniones se realicen de forma frecuente y dinámica) con el fin de valorar la evolución de los incidentes.

Además, la línea mas frecuente en la que se realizan este tipo de actos vandálicos es la línea 1 y muchos de los jóvenes que realizan esta práctica, son menores de edad por lo que también se pretende endurecer las sanciones, con el objetivo de que los padres también tomen cartas en el asunto. Por último, se ha pedido a los maquinistas y trabajadores de Metro Madrid que denuncien de forma personal las pintadas o roturas en el suburbano, algo que normalmente hace la propia empresa. Además, de forma preventiva y actualmente, ya hay policías de paisano vigilando los andenes.

¿Cómo actúan los grafiteros?

Dentro de la cultura urbana y mas concretamente en el grafiti, el metro o los trenes son para el grafitero lo que el Everest es para el escalador. Se agrupan en colectivos denominados “crews” adoptando el anglicismo referido a la tripulación de un barco para agruparse en diferentes grupos o colectivos con los que pintar indistintamente del número de integrantes.

El metro o los trenes resultan ser un reclamo para los que realizan esta práctica suponiendo no solamente un reto, si no también una meta a conseguir aun que suponga unos riesgos que a menudo ponen en riesgo la vida de los que realizan estos delitos.

A la hora de abordar este tipo de actos, tienen tres maneras de actuar

Entrando a través de las cocheras de metro: saltando o rompiendo las vayas que cercan dichas aparcamientos (con alicates o cizallas) después, suelen esperar a los cambios de turno para pasar a la acción ya que normalmente son asaltos planeados, donde se ha observado el lugar en días anteriores y se conocen los parámetros de ruta de los guardias jurados así como sus horarios o zonas calientes. Esta forma de actuar provoca que muchas veces el guardia de seguridad se encuentre con un grupo amplio de jóvenes en las cocheras siendo incapaz de hacerles frente.

Accediendo a través de las bocas de metro en horarios de madrugada: pese a que las entradas de Metro Madrid se cierran a partir de la salida del último tren a la 01:30h, cuentan con un botón de emergencia en la zona interior que acciona la apertura de puertas, botón que se puede alcanzar con cualquier instrumento alargado, llegando a accionarlo y abriendo las compuertas de la boca de metro, teniendo acceso al anden y llegando a las cocheras.

Método del “palancazo”: así se conoce comúnmente entre estos colectivos: consiste en el accionado del freno de emergencia que se encuentra en el interior del vagón provocando una parada en seco del convoy y una apertura de puertas en los vagones utilizando la fuerza, sin duda, el método más peligroso ya que pone en riesgo la salud de los pasajeros.