En el siglo XII San Isidro hizo brotar agua milagrosamente al clavar su aguijada en el suelo para dar de beber a su señor Iván de Vargas. Cuatro siglos más tarde, la emperatriz Isabel de Portugal hizo que el emperador Carlos V y su hijo, el que después fue Felipe II, bebieran de ese agua para que curasen sus enfermedades. Se sanaron. Desde entonces, la fuente es popular por sus propiedades curativas y cientos de madrileños se amontonan cada año en la ermita para beber de su agua.

La fuente solo se abría en las festividades de San Isidro, pero ahora, estará abierta al público los siete días de la semana de nueve de la mañana a tres de la tarde. El Cardenal Arzobispo, Carlos Osoro, ha bendecido la fuente y ha animado a todos los madrileños a visitarla porque “Madrid, tan grande como es, necesita esta fuente”. Ha señalado que el camino de bondad que siguió San Isidro es el que debemos seguir todos y que la fuente es lo que nos recuerda cómo hacerlo: “No solo quita la sed de beber, quita la verdadera sed, la que no nos deja estar tranquilos”.

La Archicofradía de San Pedro, San Andrés y San Isidro se ha encargado de remodelar la fuente para que el agua aparezca cuando se acerquen los feligreses. “La hemos modernizado”, dice el presidente de la Archicofradía. El agua mana de un pozo subterráneo a 400 metros de profundidad, pero ahora, gracias a su sistema de detección, se activará solo cuando los madrileños acerquen sus manos.

Al acto y bendición de la fuente acudieron decenas de feligreses que quisieron acompañar al Cardenal Osoro. “Yo tengo 70 años y vengo todos los años”, dice Rosa, “así estoy (estupenda). Y voy a seguir viniendo”. A ellos se sumaron una banda de música y el grupo de castizos del barrio con sus trajes de chulapos, que se animaron a bailar al lado de la fuente. Ahora todos los madrileños pueden acudir cuando quieran con sus botellas para recoger el agua de San Isidro.