La Guardia Civil, en la denominada operación Río Lobos, ha desarticulado un peligroso grupo criminal asentado en las provincias de Madrid y Toledo. La banda estaba compuesta por cinco españoles y un hombre de nacionalidad rumana.

Su actividad delictiva se centraba, prioritariamente, en el robo de joyas y dinero a través del uso extremo de la violencia con sus víctimas. En el caso que dio origen a la operación, un matrimonio fue secuestrado en plena carretera. Los ocultaron en un viejo contenedor en una finca privada en la provincia de Toledo y los sometieron a diferentes torturas. Todo ello con el fin de que revelasen donde escondían las joyas y el dinero en su domicilio, así como las claves de los sistemas seguridad y las posibles cajas fuertes en la casa.

Tras la denuncia de las víctimas y seis meses de investigación policial, se pudo corroborar la existencia de un grupo perfectamente cohesionado y coordinado. Una banda formada por seis personas cada una de ellas con funciones perfectamente asignadas, como la selección de lugares y víctimas, medios de transporte a emplear, vigilancia sobre posibles objetivos y valoración del posible beneficio económico.

Lo más sorprendente es que los criminales estaban perfectamente equipados y caracterizados de cuerpos policiales. Se vestían como miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado e iban armados. Aún se desconoce la procedencia de los uniformes y cómo los consiguieron.

Además, la investigación reveló que planeaban un "golpe" en una empresa tecnológica con un "botín" de más de catorce millones de euros para lo que tenían planeado el secuestro del vigilante de seguridad, y que no se llevó a cabo por las restricciones de movilidad debido a la pandemia de la Covid-19.

Los seis integrantes del grupo se encuentran en prisión incondicional, ha informado la Guardia Civil.