La crisis institucional que vive Argelia acaba de abrir un capítulo inesperado: la sugerencia del jefe del Estado Mayor del Ejército, general Ahmed Salah, de inhabilitar al presidente Buteflika. Si ya fueron  sorprendentes las protestas pacíficas de miles de argelinos ante la posibilidad de un nuevo mandato presidencial, menos esperado era que el Ejército, segundo puntal del régimen, entrase en liza a favor de la corriente de oposición popular a un sistema político en el que está plenamente integrado desde la independencia en 1962. Sin embargo, hay que entender la propuesta del general Salah por el temor del Ejército de perder las riendas de una incierta transición.

En el seno del Frente de Liberación Nacional, el principal partido político que antaño fue partido único controlado por el régimen, se han abierto grandes dudas sobre una transición que podría abrir las puertas a los movimientos islamistas que sobreviven a la guerra civil de los años noventa. Ahora es el Ejército el que invoca la Constitución actual para pedir la inhabilitación de Buteflika y controlar así el proceso de sustitución. Este próximo viernes será crucial para comprobar hasta qué punto la iniciativa del general Salah ha sido acogida por los manifestantes, que siguen expresando su rechazo a las iniciativas del Poder. Lo cierto es que nadie quiere perder el control de las instituciones y de la economía, y que se extiende el temor a un retorno del islamismo.