L.E. 1 DE FEBRERO
Se trata de persecución, no de blasfemia
En un mundo cada vez más interconectado se está produciendo una restricción de la libertad de expresión mediante leyes contra la blasfemia y la apostasía

Se trata de persecución, no de blasfemia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Han aparecido en redes sociales imágenes muy crudas que tienen como protagonista a Tabeeta Nazir, una enfermera cristiana pakistaní que ha sido durante golpeada por sus compañeras musulmanas acusada de haber blasfemado. Es un fenómeno que, por desgracia, sucede a menudo en Pakistán. Según algunas estimaciones, casi la mitad de los países del mundo cuenta con leyes anti-blasfemia. Es evidente que blasfemar, cuando se trata de una blasfemia auténtica y no inventada por los acusadores, como a menudo sucede, no es constructivo. No es necesario herir los sentimientos religiosos de nadie. La libertad no es un lanzallamas sino una herramienta de construcción.
Hay algunos supuestos en los que la libertad de expresión puede ser limitada si se utiliza para fomentar el odio religioso. Eso es una cosa, pero otra muy diferente es que se utilicen las leyes contra la blasfemia para limitar la libertad de las minorías, atacarlas e incluso para imponer una cierta interpretación del islam. Y eso es lo que está sucediendo en muchas partes del mundo. El Relator Especial sobre la libertad religiosa, dependiente del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, ha denunciado que en un mundo cada vez más interconectado se está produciendo una restricción de la libertad de expresión mediante leyes contra la blasfemia y la apostasía. La libertad religiosa y la libertad de expresión no tienen por qué estar enfrentadas.