Sed de Dios: el gran reto para la Iglesia en España

A menudo difusa, pero existe. En pleno siglo XXI, la sed de Dios se reconoce en las inquietudes de los jóvenes, o en propuestas culturales que reflejan esa gran búsqueda de sentido que ha caracterizado desde sus orígenes al ser humano. “Hay una vuelta a coordenadas espirituales que parecían proscritas”, decía esta semana el presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello. 

No es un simple diagnóstico cultural, sino la premisa desde la que los obispos españoles han ultimado esta semana las líneas pastorales con las que presentar la propuesta cristiana a una sociedad en la que amplios sectores no están ya familiarizados con los códigos culturales de la tradición católica que impregna nuestra historia, pero que a la vez carecen de los prejuicios que, en décadas pasadas, dificultaron el encuentro y el diálogo.

Los obispos han tenido en cuenta también el singular momento histórico de España, que esta semana celebra los 50 años de la restauración de la monarquía parlamentaria. Desde el agradecimiento a la contribución del rey Juan Carlos I, y a la labor que, desde 2014, lleva a cabo Felipe VI, el secretario general del episcopado, César García Magán, reivindicó “la altura de miras” que caracterizó a lo mejor de nuestra clase política durante la Transición. 

En esa clave de cooperación orientada al bien común, los obispos siguen apostando por una amplia colaboración con otros actores sociales y políticos, defendiendo a la vez el derecho y deber de la Iglesia a seguir anunciando de manera íntegra el Evangelio, a corriente y a contracorriente.