Pedro Sánchez ha convocado elecciones para el 28 de abril porque está convencido de que, sin presupuesto, le convienen cuanto antes los comicios. En la elección de la fecha, como siempre desde la moción de censura, lo que ha primado ha sido el interés personal del presidente.

El anuncio estuvo acompañado de una intervención en la que el presidente construyó una auténtica realidad virtual. Vino a decir que en el terreno económico, en el de la regeneración democrática y en el de la cohesión social se han hecho más cambios que en los años precedentes. La creación de empleo durante el Gobierno de Sánchez es consecuencia del crecimiento de nuestra economía y de la reforma laboral de Rajoy. Solo llevamos un mes con el salario mínimo interprofesional de Sánchez y ese ha sido el peor mes en años. Los gastos comprometidos por el Gobierno saliente van a exigir un ajuste extra de 13.200 millones. Desde el punto de vista legislativo, ha vivido sustancialmente de la herencia de Rajoy. La mejora del salario de los funcionarios o de las pensiones forma parte de esa herencia.

Y, lo peor de todo, ha buscado deliberadamente una polarización de la sociedad española con operaciones como la exhumación de los restos de Franco o una reforma educativa que no contaba con consenso alguno. España tiene la oportunidad de recuperar una senda netamente constitucional y moderada con estas elecciones.