16 de marzo
Nunca estamos solos
Con la Plaza de San Pedro cerrada, como tantos otros lugares del mundo, se hace extraño ver al Papa dirigiéndose a los fieles a través de una pantalla

Nunca estamos solos
Madrid - Publicado el
1 min lectura
Con la Plaza de San Pedro cerrada en estos días, como tantos otros lugares del mundo, se hace extraño ver al Papa dirigiéndose a los fieles a través únicamente de una pantalla. Sin embargo, como nos ha recordado Francisco este domingo la situación de pandemia global que estamos viviendo tiene un insospechado lado positivo, porque nos ayuda a redescubrir y a profundizar en el valor de la comunión, que nos une a todos los miembros de la Iglesia y a cada uno de nosotros también con el resto de la sociedad.
La crisis del coronavirus nos pone delante de nuestras limitaciones y fragilidades, y nos permite reconocer que solos no podemos hacer nada.
Lo cierto es que, unidos a Cristo nunca estamos solos. Por eso, de forma particular para los cristianos, la presente circunstancia de zozobra, miedo, angustia e incluso cierta psicosis en algunos, es una enorme oportunidad de sacar lo mejor de nosotros mismos y de ser testimonio de ese Cristo vivo que habita en nosotros.
Como nos han recordado los obispos españoles, esta situación global es signo también de los vínculos que nos unen y que fundan la llamada a la solidaridad en el cuidado a las personas más débiles y necesitadas de ayuda. Hemos de disponernos a un nuevo y exigente ejercicio de fraterna solidaridad. Tenemos delante una oportunidad de fortalecer el trabajo en favor de un objetivo común. Es el momento de ejercer una caridad activa, siempre atenta y creativa, para no exponernos al contagio ni ser cauce de contagio para otros.
En plena Cuaresma, y en este inesperado desierto que atravesamos, tenemos ocasión, en definitiva, de propiciar que en el otro se despierte una mirada a Dios y una mayor acogida y solicitud por los hermanos, especialmente aquellos que, en la delicada situación actual, más lo necesitan.



