Por mucho que el Gobierno intente dar apariencia de normalidad al apoyo de sus socios parlamentarios, lo ocurrido ayer en el Congreso de los Diputados desvela lo anómalo de esta inédita situación política en España. Mientras se guardaba un minuto de silencio en el hemiciclo por los dos guardias civiles asesinados en Barbate, en acto de servicio, el pasado 9 de febrero, Junts, Bildu, ERC y Podemos se ausentaban de ese merecido homenaje a quienes han dado la vida en la lucha contra el narcotráfico. No existe justificación razonable para que los grupos que mantienen a Sánchez en La Moncloa se nieguen a rendir tributo a quienes han dado su vida por la defensa de nuestra seguridad y de la convivencia en libertad de todos los españoles.

Hace unos días sucedió lo mismo en el ayuntamiento de Pamplona, donde ni Bildu, ni Geroa Bai (la marca del PNV en Navarra), ni la filial de Podemos participaron en el homenaje, y además bloquearon una condena en el Parlamento de la Comunidad Foral. Lo mismo ocurrió en el Parlament de Cataluña. Los gestos de desprecio de los socios de Sánchez hacia los Cuerpos y Fuerzas de seguridad del Estado suponen un desprecio al Estado de Derecho y revelan la contradicción profunda de esta legislatura.

Los miembros de las Fuerzas de Seguridad merecen todo nuestro reconocimiento por el servicio que prestan a la sociedad en orden a garantizar la seguridad y el cumplimiento de la ley, y merecen que dicho reconocimiento se haga también en la sede de la soberanía nacional. Pero el Presidente no va a afear la conducta de sus socios, porque sería reconocer la naturaleza de la mayoría Frankenstein.