Cuando han pasado tres semanas de las elecciones, el inicio del traspaso de poderes marca un nuevo tiempo en la política de los Estados Unidos. Una vez que Donald Trump ha dado el visto bueno a la maquinaria presidencial, sin reconocer aún su victoria y a través de twitter, el cambio de la administración republicana a la demócrata plantea expectativas y preguntas sobre las líneas maestras de la futura política estadounidense.

De momento, parece que Joe Biden desea una gestión marcada por la experiencia y la profesionalidad. Bajo el lema “América is back” (América vuelve) anuncia la recuperación de principios clásicos como el multilateralismo en política internacional, así como la vuelta a las alianzas comerciales y la eliminación de aranceles a las importaciones de productos europeos.

Los primeros nombramientos de Biden apuntan a perfiles de amplia experiencia, como en el caso de Antony Blinken que asumirá la Secretaría de Estado. Todo indica que este gabinete acabará con las políticas aislacionistas y buscará recuperar el liderazgo internacional de Estados Unidos en un momento marcado por la expansión china.

Sería deseable que en esta nueva etapa se avanzar en la cohesión nacional en torno a los valores de libertad y dignidad de las personas, en lo que se refiere a políticas migratorias, defensa de la familia y de la vida, y solidaridad con los más vulnerables. Para ello Biden deberá sacudirse la influencia de los sectores radicales de su partido. La partida aún no ha comenzado.