Hoy, 7 de agosto, toma posesión de su cargo el nuevo Presidente de Colombia, Iván Duque. El acto tendrá la trascendencia internacional merecida. Diez Jefes de Estado y delegaciones de diecisiete países estarán presentes en un acto con enormes consecuencias para todo el continente americano.

La alternancia política en Colombia llega en un momento de cambios en América Latina. Perú, México, Ecuador y Argentina han iniciado sendas políticas nuevas. Con relación a Venezuela Cuba y Nicaragua, Duque no variará la senda de su predecesor. A nivel interno es donde puede haber más cambios y donde el nuevo Presidente se enfrenta a los mayores desafíos. La sociedad colombiana sufre la polarización propia de un país que camina hacia la pacificación y que necesita encontrar mecanismos jurídicos y sociopolíticos que hagan justicia a las víctimas, permitan la reconciliación nacional y contribuyan a la normalización de la vida política. Colombia vive una transición política y necesita un Gobierno con altas dosis de realismo, sentido de la justicia y visión de futuro.

La mala noticia para Colombia sería que Duque se cobrara la revancha que Uribe no ha podido pasarle a Santos. Esa guerra debiera quedar atrás porque Colombia debe alcanzar la gobernabilidad y los colombianos merecen gozar de índices de justicia y desarrollo propios del cuarto país con mayor riqueza bruta de América Latina.