Línea editorial: "Un rasgo más de la crisis de Occidente"

Los “negacionistas” que hemos visto desfilar últimamente por las calles de algunos países de Europa sostienen que la pandemia es un bulo que ha sido inventado para atemorizar, controlar o enriquecerse. Los gobiernos, las empresas farmacéuticas y los grupos de comunicación son algunos de los culpables, según estos grupos variopintos, de querer imponer una dictadura sanitaria.

Se trata de un movimiento transversal al que apoyan personas con niveles educativos muy diversos y con filiaciones políticas a veces incompatibles, desde la extrema izquierda a la extrema derecha Los hay que se mueven en círculos pseudocientíficos y alternativos. Unos son convencidos y otros oportunistas. Pero hay algo que todos tienen en común: viven en el primer mundo y gozan de políticas de salud pública que gracias a las vacunas han conseguido erradicar enfermedades como la rubéola o la escarlatina.

Los cientos de miles de enfermos y fallecidos no son para este movimiento una evidencia. Detestan las mascarillas, se mofan de la distancia física y se niegan a vacunarse. Es curioso que la irracionalidad y la rabia ciega sean uno de los frutos de una época marcada por el cientifismo y la exaltación de una libertad sin vínculos. Un rasgo más de la crisis cultural de Occidente.