La nueva oleada de pateras que llegan a Canarias, procedentes de Marruecos, contrasta con el mutismo sobre sus tensas relaciones con España. Hace ya un mes que el rey Mohamed VI ordenó a su Gabinete que buscase una solución al problema de los menores de edad que se encuentran en Europa en situación irregular. La orden se refería, sobre todo, a los niños y adolescentes que cruzaron a mediados de mayo la frontera de Ceuta. La mayor parte de esos menores, unos 1.500, junto a un número similar de adultos, siguen deambulando por las calles ceutíes. Para el presidente de la ciudad autónoma, Juan Vives, la situación es ya insostenible y por ello ha lanzado literalmente un grito de socorro en una carta al presidente del Gobierno español, reclamando una solución urgente.

Que se sepa, nada se ha hecho desde que Sánchez prometió devolver la normalidad a la ciudad autónoma, aunque se supone que la diplomacia europea debe de estar negociando una solución con el Gobierno marroquí. Este pasado sábado se reunía en El Cairo el denominado Parlamento Árabe que, en una réplica a la resolución del Parlamento Europeo, decidió apoyar con firmeza la política migratoria de Marruecos y su reivindicación de Ceuta y Melilla, con la única oposición de Argelia. Justo después de este gesto de solidaridad con Mohamed VI, llegaban a Canarias más de 300 marroquíes inmigrantes. Por lo que se ve, Marruecos calla, pero actúa en la sombra, jugando una vez más con la vida de sus súbditos.