Línea editorial: "La esperanza que el Papa llevará a Irak"

Línea editorial: "La esperanza que el Papa llevará a Irak"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Entre las diversas señales que permiten, por fin, atisbar el regreso a la normalidad, ha destacado estos días el anuncio de que el Papa Francisco planea visitar en marzo Irak. La noticia ha generado ya un profundo impacto en un país que también empieza a ver la luz al final de su propio túnel, el de la guerra y las divisiones sectarias. La visita del Papa es un signo de esperanza para la minoría cristiana expulsada con la irrupción del Daesh. Y para quienes en las distintas comunidades, ya sean chiitas, kurdos o sunitas, anhelan un Irak en el que todos puedan convivir pacíficamente, viendo sus derechos reconocidos. Es cierto que no se puede esperar que una visita pontificia lleve sin más la paz a un país tan fracturado.
La diplomacia vaticana ha conseguido hitos históricos como el tratado de paz de 1984 entre Chile y Argentina, pero también es cierto que siguen sin solucionarse la crisis de los rohingyas en Myanmar y Bangladés, o el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, lugares todos ellos visitados por Francisco. Pero sería un error subestimar la acción exterior de la Santa Sede. La laica Francia, por ejemplo, acudió hace cinco años al Pontífice para impulsar la Cumbre del Clima, y fue Francisco quien facilitó el encuentro entre Obama y Raúl Castro. Obviamente el Papa no tiene una varita mágica capaz de solucionar cualquier problema, pero sí una gran autoridad moral reconocida a escala planetaria, que sirve de eficaz contrapeso al cinismo y la defensa egoísta de los intereses nacionales en las relaciones internacionales.