El Instituto CEFAS de la Fundación San Pablo CEU acaba de presentar un informe dirigido por Joaquín Leguina y coordinado por Alejandro Macarrón sobre “Transformación y crisis de la institución matrimonial en España”. El análisis de los datos, tomados del Instituto Nacional de Estadística y de Eurostat, concluye que el 50 por ciento de los jóvenes españoles no creen que se casarán, y la mitad de los que se casen acabarán en divorcio. Otro dato significativo es que la edad media al contraer el primer matrimonio ha subido en más de 10 años desde 1976 a 2022. Los españoles son los europeos que se casan por primera vez a una edad más tardía, solo superados por los suecos. El desplome de la nupcialidad es especialmente significativo cuando el matrimonio se contrae en la Iglesia. En la actualidad se celebran menos de 20% de bodas católicas, cuando en 1976 era el 99%.

La unión permanente de un hombre y una mujer, que era la forma de vida habitual de los españoles hasta hace cuatro décadas, ha dejado de serlo. El desplome de la nupcialidad y el alto porcentaje de divorcios tienen que ver con la baja fecundidad, y con el aumento del número de personas que viven solas. La pareja estable ha sido siempre la forma de convivencia idónea para el crecimiento demográfico. El hecho de que los políticos se mantenga ajenos a este proceso de desgaste de la institución matrimonial es una frivolidad, no sólo por este motivo. La sociedad y las personas concretas están pagando ya un alto precio por la ausencia de uniones duraderas que conformen un núcleo familiar estable, que sirva de apoyo para el desarrollo integral de las nuevas generaciones.