Las elecciones en Cataluña dejan una victoria clara del PSC de Salvador Illa, un independentismo claramente a la baja y un Partido Popular que ha experimentado una fuerte subida, con 15 escaños, multiplicando por cinco los que tenía en 2021.

El recuento de votos ha mantenido la calculadora en vilo hasta el último momento de cara a saber si la suma del tripartito de izquierdas alcanzaba la mayoría absoluta, aunque, en realidad, que el PSC gobernara con ERC y los Comuns era harto complicado. Supondría un trágala difícil de Esquerra Republicana, que ya ha dicho que le corresponde al PSC y a Junts liderar la nueva etapa.

Así las cosas, no es fácil responder a la clásica pregunta de quién ha ganado en realidad las elecciones. Los socialistas pueden sacar pecho, pero no demasiado, dado el peaje que el sanchismo está pagando y que a Puigdemont le ha faltado tiempo para postularse y reclamar un gobierno sólido y de obediencia catalana.

Por otra parte, en el Partido Popular, liderado en Cataluña por Alejandro Fernández, pueden sentirse muy satisfechos. Su gran subida en votos y en escaños no ha sido a costa de Vox, que resiste más o menos en los que tenía. Pero la justa alegría de la noche electoral, debe dejar paso a una reflexión serena, que no esté cegada por la euforia. El PP es en Cataluña la cuarta fuerza política. Tiene mucho mérito, pero queda aún mucho camino por recorrer y una legislatura en la que, con una autoridad bien ganada, puede ser clave desde la oposición para retomar la regeneración democrática que tanto necesita Cataluña.