Línea editorial: "Apuesta fallida"

Los planes de Pablo Iglesias para conquistar la presidencia de la Comunidad de Madrid comienzan demasiado pronto a hacer aguas. La negativa de la candidata de Más Madrid, Mónica García, a integrarse en la candidatura de Podemos revela que el mesianismo político de Iglesias genera rechazo incluso en las formaciones más afines ideológicamente a su proyecto.

No hay que olvidar que Más Madrid es un producto de la soberbia y de la pulsión por el poder absoluto de Iglesias, que causó el apartamiento de Íñigo Errejón, uno de los fundadores de Podemos y protagonista de las históricas fotos de Vistalegre. Algo que también le ocurrió a Manuela Carmena. Y parece que esa factura sigue sin ser cobrada.

Iglesias quiere activar al máximo la movilización de la izquierda más dura, y para recurrir a todo tipo de herramientas. Su plan es que la izquierda sume en la Comunidad de Madrid, pero con él como gran líder muñidor, para condicionar más aún al Ejecutivo de Sánchez y prevenir cualquier intento de viraje al centro.

Pero la realidad es que Podemos cuenta solo con siete escaños en la actual Asamblea de Madrid, y la estrella de Iglesias hay perdido mucho brillo en estos años. Seguramente por eso es previsible que utilice el conflicto, la demagogia, la movilización en las calles y la violencia social, como armas para intentar que el centro-derecha no gobierne en la Comunidad de Madrid. Seguramente es su última baza, y probablemente sea su epitafio político.