Lo más llamativo del pleno del Congreso de ayer no fueron los renovados aplausos que el rebosante coro socialista dedicó a Pedro Sánchez sino la iniciativa de Vox de presentar una moción de censura al Gobierno. Lejos de molestar a Sánchez,el anuncio de Santiago Abascal ofreció a sus socios de investidura un motivo para consolidar su alianza.

Vox no tiene como propósito, según lo dispuesto por la Constitución, presentar una alternativa viable al Gobierno, ya que la suma de todos los diputados del centro-derecha no es suficiente, y además PP y Ciudadanos se han desmarcado inmediatamente de una operación que sólo busca ganar protagonismo mediático para el partido de Abascal, en un momento en que las encuestas señalan que ha tocado techo. Cabe preguntar cuál es la propuesta política de Vox, que dispara contra todo lo que se mueve: ayer atacó frontalmente el propio Fondo de Reconstrucción Europeo, absolutamente esencial para nuestro país.

Es posible que Vox se guarde para septiembre alguna llamativa sorpresa como la presentación de un candidato independiente, que no tiene que ser necesariamente un diputado. Pero estos juegos tienen su riesgo. El primero es reforzar el frente de la izquierda y el nacionalismo, y el segundo fracturar aún más el voto del centro-derecha, haciendo inviable una alternativa a corto plazo. España no necesita fuegos de artificio sino el trabajo serio de Gobierno y oposición para afrontar el desafío sanitario de la pandemia y la dramática crisis económica y social que de ella se deriva.