En esta semana el recuerdo de los cristianos perseguidos se hace particularmente intenso. La persecución y la violencia terrorista sigue estando, por desgracia, de actualidad. En fechas tan significativas como éstas, los ataques yihadistas se han convertido en una trágica costumbre, que en años pasados golpearon a los cristianos de Egipto, Filipinas o Sri Lanka. Este Domingo de Ramos, y con los feligreses en misa, se produjo un ataque terrorista en la catedral del Sagrado Corazón de Jesús, en la isla de Sulawesi, en Indonesia. Estos días también hemos conocido que los cristianos de Nigeria se están reuniendo de forma clandestina para celebrar su fe en algunas regiones, por el miedo que han desatado los nuevos ataques y profanaciones de las iglesias por parte del grupo Boko Harám.

Como recuerda Ayuda a la Iglesia Necesitada, todos los cristianos tenemos una responsabilidad directa en el sostenimiento de estos hermanos que sufren, colaborando en su sostenimiento y protección, y alzando la voz para que su situación, tantas veces ignorada por los medios de comunicación, se conozca, y se coloque en el centro del debate público la decisiva cuestión del derecho fundamental a la libertad religiosa.