Todos los indicios apuntan a que el cese de Pérez de los Cobos como jefe de la Guardia Civil en Madrid se debe a razones políticas. El coronel no quiso revelar al ministro Marlaska el informe solicitado por un juez, en la investigación sobre la manifestación del 8 de marzo, cuando ya existían alertas sobre el Covid. Pérez de los Cobos actuó siguiendo su deber de confidencialidad, ya que la Guardia Civil, al elaborar ese informe, actuaba como policía judicial.

Pérez de los Cobos tiene una impecable hoja de servicios en la lucha contra ETA. Su declaración en el juicio sobre el proceso a los independentistas, cuando sus superiores del PP en Interior se pusieron de lado, lo retrató como un hombre minucioso en el complimiento del deber, en el servicio al Estado de Derecho. Pérez de los Cobos ha trabajado con Gobiernos del PP y del PSOE. Pero se había convertido en un personaje incómodo para Sánchez desde que el independentismo catalán lo considerara un gran enemigo. Su destitución, sin duda, facilitará un nuevo acercamiento a ERC.

Pero ha sido revelador que Marlaska lo haya fulminado por recabar, por mandato judicial, información que apunta a que el actual Gobierno, al tiempo que desaconsejaba a principios de marzo reuniones multitudinarias de evangélicos por el riesgo de la pandemia, autorizaba la manifestación feminista. Es una ironía reveladora que un ministro que ha sido magistrado cese a un jefe de la Guardia Civil que actuaba como policía judicial al servicio de los tribunales.