12 DE NOVIEMBRE
¡Apostemos por la paz, no por la guerra!
Con la inteligencia de quienes están dispuestos a sumar sus esperanzas, en lugar de a repetir errores del pasado
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Actualizado 06:06
Este domingo hemos celebrado el centenario del final de la Primera Guerra Mundial. Bajo el Arco del Triunfo, en París, y ante 70 jefes de Estado, entre los que se encontraba el Rey de España, el presidente francés Emmanuel Macron ha puesto el acento en el peligro que suponen los nacionalismos y ha alertado acerca de algunos de los demonios del pasado que están resurgiendo.
Existen paralelismos entre la situación actual y la de hace un siglo. Sin derivar de aquí lecturas simplistas y demagógicas de la realidad, que terminan siempre por echarle al otro la culpa de lo que sucedió y de lo que sucede, los actos de recuerdo deben suponer una interpelación directa a nuestras conciencias. No debemos dar ninguna conquista por definitiva. Se requiere, en palabras que también el Papa Francisco pronunció ayer desde El Vaticano, una apuesta decidida por la paz y no por la guerra. Aquella matanza inútil, como la definió Benedicto XVI, y la que sufriríamos poco después con la Segunda Guerra Mundial, son severas advertencias para que rechacemos la cultura de la guerra y para que sigamos buscando, por todo medio legítimo, acabar con los conflictos que todavía hoy ensangrientan muchas partes del mundo.
Hace cien años callaban las armas; este domingo han sonado las campanas de las iglesias en todo el mundo, incluidas las de la Basílica de San Pedro, como una llamada elocuente a la paz. Mientras hacemos recuerdo emocionado y rezamos por las víctimas de aquella enorme tragedia, apostemos de verdad por la paz, con la inteligencia de quienes están dispuestos a sumar sus esperanzas, en lugar de a repetir errores del pasado, enfrentando sus miedos.
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