El pasado sábado, Andrés Manuel López Obrador tomó posesión de su cargo como Presidente de la República de México y lo hizo rodeado de mandatarios de todo el mundo, entre los que estaba el Rey de España. Durante los seis meses transcurridos desde su elección, López Obrador y su equipo han trabajado en una reforma de la Administración que afecta profundamente a la Presidencia, se ha rodeado de un fuerte equipo de empresarios, ha creado una red de delegados gubernamentales en todos los Estados, una oficina desde la que controlar todos los gastos de Presidencia, así como una nueva Secretaría de Seguridad Pública.

Los mercados financieros, la emergencia migratoria y la violencia son las tres áreas prioritarias para el Gobierno de López Obrador. A los mercados deberá convencerles de que las reformas económicas no irán contra la estabilidad fiscal. La cuestión migratoria es tan urgente que tres días después del relevo presidencial, el gobierno de México ya se ha reunido con el de Estados Unidos y ha firmado acuerdos con los Gobiernos de Honduras, Guatemala y el Salvador. En materia de lucha contra la violencia, López Obrador se ha comprometido a ofrecer resultados antes de tres meses. Está claro que será imposible revertir la tendencia en tan poco tiempo, pero el país no soporta los 150.000 asesinatos con los que se cerrará 2018. Habrá que esperar al menos 100 días para saber si en todos y cada uno de estos temas el pragmático López Obrador se impone al populista del que hablan sus adversarios.