El Papa ha creado un fondo de 750.000 dólares, a través de Obras Misionales Pontificias, que irán directamente destinados a responder a las necesidades de países marcados por la pobreza y la carestía. Si la pandemia ha causado estragos en los países que la han sufrido y la estamos sufriendo, ¡qué no puede suceder, por ejemplo, en la mayor parte de los países del continente africano!

La falta de recursos sanitarios básicos y la carencia de infraestructuras de higiene y salud pública son datos objetivos. En la mayor parte de los países de ese continente, la única red estable y eficiente de hospitales, centros sanitarios y residencias para ancianos son los que ha creado la Iglesia católica. Se calcula que en África hay alrededor de 7.274 hospitales y clínicas de titularidad religiosa en los que trabajan una buena parte de 74.000 religiosas presentes en el continente.

La decisión que la Santa Sede ha adoptado es de emergencia, pero está claro que habrá que sumar esfuerzos y fondos para responder a un desafío de magnitud planetaria. Los destinatarios directos de estos fondos son las 1.100 diócesis de África, Asia, Oceanía y la región del Amazonas. La Iglesia no cierra nunca, mucho menos cuando se trata de socorrer a los que más lo necesitan y que resultan más invisibles.