Sánchez elude su responsabilidad

El presidente del Gobierno ha decidido convertir una circunstancia crucial para Europa en una nueva ocasión para avanzar en sus intereses políticos. Ante la necesidad de que la Unión Europea aumente su gasto en defensa, en lugar de informar al Congreso de sus planes frente a la nueva coyuntura, Pedro Sánchez ha preferido orquestar una ronda de consultas en el Palacio de la Moncloa cargada de simbolismo. En primer lugar, es llamativo que Sánchez no conceda un papel preeminente a Alberto Núñez Feijóo, líder del partido más votado y, previsiblemente, aliado imprescindible para cumplir con la hoja de ruta comunitaria de manera leal y sin atajos contables. También ha persistido en su política del muro e inexplicablemente ha excluido de la ronda de conversaciones a Vox, la tercera fuerza política del país.

Este gesto, de dudosa sensibilidad democrática, resulta aún más injustificable cuando sí ha convocado a Mertxe Aizpurúa, en representación de EH Bildu. Que una condenada por apología del terrorismo acuda a la Moncloa, precisamente para hablar de la necesidad de un rearme, es otro paso más en el blanqueamiento de una formación que aún muestra una preocupante connivencia con la violencia terrorista de ETA. La frivolidad con la que Sánchez está empezando a gestionar el nuevo escenario crítico para la Unión Europea es preocupante. Hay momentos en la historia en que las disputas personales y la política de intereses inmediatos deberían dejarse de lado. Ni siquiera en esta circunstancia parece que el presidente vaya a enmendar las formas de hacer política que lo han caracterizado hasta ahora.