Una renovada profecía sobre el valor de la vida

El parlamento británico ha aprobado una enmienda legislativa que permitirá abortar sin restricciones incluso hasta el momento mismo del nacimiento, lo que se puede considerar como un infanticidio. Para mayor dislate, entre las causas que se pueden aducir para abortar está la de la selección del sexo. La medida también modifica el régimen penal de las mujeres que practican lo que se denomina “abortos autogestionados”. Nadie pretende llevar a la cárcel a una mujer que practica un aborto, pero eso no significa dar carta blanca a esta forma última de deshumanización personal y social.

El arzobispo de Liverpool, John Sherrington, ha manifestado la profunda alarma de los obispos católicos ante este proyecto de ley, que empeora la desprotección del concebido y no nacido. Probablemente se producirá un aumento del uso ilegal de píldoras abortivas y una escalada de abortos tardíos en casa, poniendo en grave peligro la vida y la salud de muchas mujeres embarazadas y sus bebés. Además, se debilitarán los mecanismos judiciales para proteger a las mujeres de ser coaccionadas o presionadas para abortar.

Ante esta deriva legislativa es urgente seguir proponiendo las razones científicas y éticas para proteger incondicionalmente la vida del concebido y no nacido, recordando, además, que las mujeres son víctimas principales de la tragedia del aborto. Y es necesario fortalecer la red de ayuda a las mujeres en dificultad para llevar adelante su embarazo. Es necesaria una renovada profecía sobre el valor de la vida humana que contraste la profunda deshumanización que implican estas legislaciones.