El acuerdo sobre Gibraltar
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Línea Editorial del 12 de junio
Madrid - Publicado el
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El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha presentado el acuerdo entre la Unión Europea, España y el Reino Unido sobre el estatus de Gibraltar como un acuerdo histórico. Un pacto que no hubiera sido posible sin la política de acercamiento del Gobierno británico a la Unión Europea después de un Brexit que ahora intenta paliar. Lo acordado es discutible, no tanto por lo que concluye, sino por lo que deja pendiente o no aborda. Es una buena noticia la decisión de incorporar el Peñón al tratado de Schengen y que el control de fronteras sea compartido por las policías española y británica, junto con la desaparición de la verja que facilitará la vida a los cerca de 15.000 trabajadores españoles que se desplazan diariamente al Peñón.
Sin embargo, el hecho de que para llegar a un acuerdo se haya dejado a un lado la cuestión de la soberanía de ese territorio no es una buena noticia, porque asienta de hecho la legitimidad de una posesión en manos británicas, inaceptable desde el punto de vista histórico y geopolítico. Además, existen algunos aspectos relevantes para España que no se han fijado, como la contaminación de aguas españolas, la pretensión expansionista por mar de Gibraltar o lo referido al libre tránsito y comercio de armas. Tampoco está claro el estatus fiscal de la colonia, pese a la pretensión de que el Peñón de Gibraltar deje de ser considerado por la Unión Europea como un paraíso fiscal. La necesidad que tiene el Gobierno de que se perciba en la opinión pública que está haciendo algo por el bien de los ciudadanos impide que las cosas se trabajen de la forma adecuada.