Wen, un niño camboyano de la calle se gradúa: el abrazo que le cambió la vida
Kike Figaredo, jesuita español, lleva más de 20 años dando oportunidades con niños discapacitados en Camboya

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Esta es la historia de Wen, también conocido como Pirulo, aunque lo cierto es que su verdadero nombre no es ninguno de esos dos. Wen se acaba de graduar en Gestión en la Administración en la Universidad de Battambang, en Camboya. Un logro que jamás se habría imaginado conseguir hace 20 años cuando siendo un niño su única ocupación era jugar con el barro.
El nombre de Wen significa "minusválido" en camboyano. Él no sabe cuál es su verdadero nombre, en su casa siempre le llamaban así. Wen nació a finales de 1993, el año de las primeras elecciones tras la guerra. A los once meses contrajo la polio y perdió movilidad en piernas y brazos. Poco tiempo después, 18 meses, sus padres se separaron. Ambos se volvieron a casar con otras parejas, así que Wen y su hermana se quedaron al cuidado de su abuela. La palabra que define su infancia desde entonces es la pobreza. Su abuela trabajó un tiempo en una plantación de arroz, pero no les daba ni para comer.
Dos veces decidieron cruzar a Tailandia, las perspectivas en el país vecino eran mucho mejores. Las dos veces les engañaron. Les captaron distintas mafias de tráfico de personas, les obligaron a trabajar como mendigos, y acabaron en la cárcel. Allí Wen aprendió lo que era una pistola, vivían en una ciudad son orden ni ley, pero también fue la primera vez que vio los colores de la noche, edificios altos o chicas guapas en los bares.
Antes de volver a Camboya les registraron para asegurarse de que no tenían ni una moneda. A partir de ese momento Wen se fue a vivir con su tía y sus primos, su abuela y su hermana se fueron a la ciudad a trabajar. Wen recuerda esa etapa con mucho cariño: "Vivíamos juntos, pobres pero felices". Sus primos le paseaban en una bolsa de plástico para que pudiera salir de casa. Es también en esa época cuando se sentaba a jugar con el barro en la puerta de casa, así pasaba las horas.
Entonces apareció Kike Figaredo, un jesuíta español que lleva el Centro Arrupe para discapacitados en Camboya. Llegó en un coche, frenó en la puerta de su casa. "Vino y me recogió del suelo -recuerda Wen- me abrazó y me besó". Wen no se podía imaginar que ese día le cambiaría la vida. "No recuerdo que decían, solo recuuerdo cómo Kike me sostuvo y me besó. Nunca había sentido algo así, me preguntaba, ¿por qué una persona que no me conocía de nada me cuidaba? ¿Cómo podía besar mi cuerpo feo? Ni siquiera mi familia me sostenía así".
Wen se fue a vivir al Centro Arrupe con Kike y otros chicos minusválidos. Kike le llevó al médico, le apuntó a la escuela, le dio un hogar. "Con él sentía que no estaba solo, que no me había quedado apartado de la sociedad, porque por primera vez sentí que otras personas además de mi familia podían quererme", escribió años después Wen. Kike le compró una silla de ruedad que revolucionó su mundo: "Desde que tuve la silla de rueda el mundo creció de repente".

Kike con los chicos del Centro Arrupe
Parecía imposible pero aprendió a comer solo, a vestirse solo, a escribir. Lo hacía apoyando el boli entre la mano y la mejilla para poder ir más rápido. Necesitaba todo su cuerpo para poder escribir una A. En la escuela nunca fue el mejor estudiante, pero tampoco ha suspendido nunca un examen. "Cuando algo es difícil voy paso a paso, pero nunca hacia atrás. Ese es mi secreto".
Ahora, 20 años después Wen se ha graduado en la universidad. Su sueño es montar una empresa de traducción, le encantan los idiomas y es un trabajo que puede hacer perfectamente sin usar manos y pies. Sin embargo, su prioridad es seguir al lado de Kike y ayudarle a sacar del barro a otros chavales como él.