La candidatura de Nadia Calviño a la Presidencia del Eurogrupo ha estado marcada, en las últimas semanas, por un ligero optimismo ante la posibilidad de que no consiguiera los apoyos necesarios para conseguir la victoria. Al final ha sido así. El irlandés Paschal Donohoe se ha impuesto en la votación y será el nuevo presidente de la institución comunitaria.

La candidata española partía como favorita y había conseguido los apoyos de dos pesos pesados del viejo continente: Alemania y Francia, entre otros. Estos votos a favor han estado presentes en los discursos de Pedro Sánchez en los últimos días, reconociendo que era "razonablemente optimista" ante las negociaciones que el Ejecutivo estaba realizando con otros gobiernos.

Pero el resultado ha sido un duro golpe para el Gobierno de Sánchez, que solo ha conseguido 8 apoyos frente a los 11 de su rival. Tras la retirada del candidato luxemburgués, Pierre Gramagnan, tras la finalización de la primera ronda, los apoyos ha sufrido una notable modificación, motivada, posiblemente, por la débil imagen que España está representando en Bruselas.

No es la primera vez que el Gobierno de Pedro Sánchez fracasa en una carrera europea y en su intención de situar en órganos supranacionales, para recuperar peso internacional, a alguna de sus personas de máxima confianza.

El Gobierno de España no negó su carrera por convertir a la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, en las votaciones finales para ser candidata de la Unión Europea para dirigir la Organización Mundial del Comercio. "Es un orgullo" dijo Sánchez ante la posibilidad de que España ostentara esta presidencia. A pesar del interés de Sánchez, la propia Laya explicó que estaba "comprometida con su país", y también señaló que estaba "confiada al 150 por ciento" de que Calviño sería la propia presidenta del Eurogrupo.

El proteccionismo del norte de Europa evita la presidencia de Calviño

La candidata española, Nadia Calviño, se refirió en el año 2018 de la siguiente manera a los países que han determinado que no haya sido elegida presidenta del Eurogrupo: "Países muy pequeños con muy poco peso". Así se refirió hace dos años a los países conocidos como Nueva Liga Hanseática, una especie de coalición nacida a raíz de la salida de Reino Unidos de la Unión Europea y que bajo el liderazgo de los Países Bajos intentan evitar una posible 'dinastía' de los cuatro socios más grandes de Europa (Alemania, Francia, Italia y España).

Este hecho y el nombramiento de Paschal Donohoe como presidente del Eurogrupo ha dejado patente que la hora de tomar decisiones en Europa el peso económico no es lo más importante, y que contar con el apoyo de los principales socios, y también considerados más poderosos, no es garantía de conseguir éxito en Bruselas.

Otro ejemplo de estos movimientos comunitarios se pudo apreciar el pasado año, cuando Angela Merkel no tuvo capacidad de imponer criterio. Su acuerdo con Francia Italia y España para conceder la presidencia de la Comisión Europea al socialista holandés Frans Timmermans se encontró con la oposición frontal del Partido Popular Europeo, donde varias delegaciones de pequeños países presentaron una alternativa que acabó con la presidencia de la Comisión Europea en manos de Ursula von der Leyen.

Ahora, todo el foco de atención comunitario está sobre la cumbre europea de la próxima semana, clave para fijar las pautas del Fondo de Recuperación frente a la crisis provocada por el coronavirus y que está dentro del marco presupuestario comprendido entre 2021 y 2017. Las sensaciones que ahora mismo hay en Bruselas es que las diferentes posiciones comunitarias estarán marcadas por los dos bandos formados en las votaciones del Eurogrupo.