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"Kafkiano, esperpéntico y surrealista"

El dispositivo no era suficiente y lo que vieron en un principio como resistencia pasiva podía convertirse en escalada de violencia

Patricia Rosety
@patriciarosety

Jefa de Tribunales

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 11 mar 2019

Kafkiana, esperpéntica o surrealista. Tres adjetivos calificativos para una misma reunión. Así denominaron el Coronel Diego Pérez de los Cobos, coordinador policial del 1-O, Enric Millo, exdelegado del gobierno en Cataluña, y José Antonio Nieto, exsecretario de Estado de Seguridad, la reunión con el gobierno de la Generalitat para hablar de las medidas de seguridad ante el referéndum ilegal que convocaban los del otro lado de la mesa. Y el Mayor de los Mossos, José Luis Trapero, “alineado” con los que convocaban la consulta ilegal, dijeron los tres. Quienes defienden la ley frente a quienes quieren saltársela. 

Y no sólo puede ser kafkiana, esperpéntica o surrealista esa reunión. También lo fue la situación que tuvo que vivir la letrada judicial Montserrat del Toro para salir de la Consejería de Economía, en Barcelona, aquel 20 de septiembre de 2017. Lo contaba de tal manera en el salón de plenos del Tribunal Supremo que parecía que estábamos en el interior de la Consejería. 

De una manera muy gráfica, al detalle, y con tranquilidad, al revivir lo que le tocó pasar. Llamaba la atención su tranquilidad. Se asustó y pasó miedo ante aquel “mar de gente”. Nadie quería ayudar, nadie quería colaborar, ni el líder independentista, Jordi Sánchez, hoy en el banquillo. Dijo que no podía garantizar que saliera, no podía hacer un pasillo, y le ofrecieron que saliera por la puerta y que fuese al metro. Ante aquel “mar de gente”.

La única opción que vio fue llamar al juez y la única alternativa fue salir por la azotea. Descolgándose por un muro, con ayuda de Mossos de paisano, para llegar al edificio de al lado, un teatro. Y cuando llegó el responsable del teatro se arrepintió y no quería ayudarla. Aunque al final le convencieron. Y entre los actores del teatro, que ya habían acabado la función, y los Mossos de paisano consiguieron llevarla, entre la multitud, el “mar de gente”, hasta un coche policial sin distintivo. Kafkiano, esperpéntico y surrealista. Pero real.

Quien no lo pasó nada bien en el Supremo fue el comisario de los Mossos, Manuel Castellví, el primer mando de la policía catalana que declara en el Supremo. Nervioso, titubeante, y evasivo, sudaba ante las insistentes preguntas y repreguntas del fiscal Javier Zaragoza. Tras un receso se tranquilizó un poco y comenzó a responder con más precisión. Pero siguió sudando. Reconoció que se habían equivocado en las previsiones. 

El dispositivo no era suficiente y lo que vieron en un principio como resistencia pasiva podía convertirse en escalada de violencia. Y así se lo hicieron saber a Puigdemont, pero no hubo nada qué hacer porque el ahora fugado tenía muy claro que el referéndum ilegal se iba a celebrar. Castellví salió frustrado de aquella reunión. Y le han llovido muchas críticas, más bien linchamiento, en las redes sociales. Linchamiento, por parte de independentistas. Kafkiano, esperpéntico y surrealista.

El lunes tiene que volver a declarar el comisario de los Mossos. Es el turno de las defensas que, con cuidado, preparan este interrogatorio ante las respuestas que afectan a sus defendidos y no salen bien parados. Habrá que ver su estrategia.

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