Las dos conversaciones que Pablo Casado ha mantenido con Pedro Sánchez han dejado una impresión en el PP: que el candidato socialista está dispuesto a llegar hasta el final en su pulso con Pablo Iglesias. Se ha cerrado en banda a darle ministerios.

Así pues, piensan en la calle Génova, Sánchez se presentará a una investidura y, si pierde, no hará un segundo intento. Dejará correr los dos meses de plazo previstos por la ley, y el Rey tendrá que disolver las cámaras y convocar nuevas elecciones en otoño. Y en unos nuevos comicios, el PSOE tendría todas las de ganar, porque, probablemente incrementaría su número de escaños en detrimento de Podemos.

En ese tiempo, el líder socialista podría esperar también una abstención sobre el tiempo de descuento de Ciudadanos. Con estos cálculos, Sánchez sabe que tiene todas las de ganar.

Los populares comparan el órdago de Iglesias con el de Abascal. Y es que, si el líder de Vox llega hasta el final, apuntan, su electorado no les perdonará que permitan que haya gobiernos de izquierdas. A pesar de que en Génova saben que todo esto tiene mucho de teatro, Pablo Casado volvía a tender la mano a Vox y aseguraba que el PP cumple siempre su palabra. El problema, pues, piensan, es que este partido no supo lo que firmaba. Y ahora, quieren en Madrid, con cuatro concejales, tener seis cosas distintas...

Pero mientras Vox daba por roto prácticamente el pacto, las negociaciones continuaban. Hoy mismo se verán las caras los equipos negociadores del PP de Madrid para intercambiar propuestas programáticas. Eso sí, insisten, no habrá consejerías para ellos, porque así quedo acordado. De momento, seguimos pues en la fase del cortejo, y nos consolaremos pensando en lo que decía el dramaturgo inglés William Congreve: “el cortejo es al matrimonio, lo que un prólogo muy ingenioso es a una obra teatral muy aburrida”.