La pérdida de poder adquisitivo en los sueldos de las familias españolas continúa su escalada. El Índice de Precios de Consumo (IPC) del mes de octubre deja una subida del 5,4% interanual, 1,4 puntos por encima de la tasa registrada en septiembre y la más elevada desde septiembre de 1992, según datos extraídos de la estadística de negociación colectiva del Ministerio de Trabajo y Economía Social. Una vez más, el encarecimiento de la electricidad y de las gasolinas son los principales impulsores de los precios.

Por su parte, los salarios pactados en convenio subieron de media un 1,55 por ciento hasta octubre, lo que supone un 1,46 por ciento por encima de lo registrado en el mes anterior, pero sigue manteniéndose muy lejos del dato del IPC. Es decir, los trabajadores siguen perdiendo poder de compra, aunque en España varía por regiones.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el País Vasco es una de las regiones donde los españoles pierden mayor poder adquisitivo. Además, podemos comprobar cómo la tasa de inflación más elevada se dio en Castilla-La Mancha, con un 6,5 por ciento, y con una subida salarial para sus ciudadanos del 1,76 por ciento en este periodo. Además, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo sólo el 17% de los trabajadores cuentan con convenios colectivos que disponen de una cláusula de revisión salarial para ajustar los sueldos a las variaciones del IPC.

Aunque la posición de la mayoría de los expertos ante esta deriva negativa sigue siendo la de valorar esta inflación como un efecto pasajero, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ya advirtió durante su comparecencia ante la Comisión de Presupuestos del Congreso de los Diputados que esta eventualidad “puede acabar convirtiéndose en permanente”.

En esta línea se ha mostrado Milagros Dones, consejera del Colegio de Economistas de Madrid (CEMAD) y profesora de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid, quien en conversaciones con COPE ha destacado que aunque “inicialmente se pensó que esta inflación tendría un efecto muy cortoplacista, ya no está tan claro que la situación que hoy vivimos tenga nada que ver con ese primer e hipotético escenario”.

La economista ha querido remarcar que la inflación en la que estamos inmersos “es sólo la punta del iceberg de una situación mucho más compleja a medio plazo”, y ha aclarado que estamos ante un panorama “bastante sombrío” si tenemos en cuenta las perspectivas para el próximo año en el que “la economía española seguirá con esta serie de crecimientos mucho más reducidos e inestables de lo deseado”.

Dones también ha recordado que “la subida en el precio de la energía está provocando crecimiento muy significativo en otros muchos sectores de la actividad productiva española”, una subida que “está agravando el precio de los productos que son consumidos por las familias”. Esta situación, por tanto, supone un doble impacto en la que considera que “podremos vivir incluso subidas en los precios del agua”.

La consejera del CEMAD, asimismo, ha declarado que “en algunas comisiones internas de las compañías se está empezando a barajar la opción de reducir los salarios en empresas que vean comprometidas su producción por la falta de suministros”.

“Terminaremos teniendo un doble efecto de desaceleración de crecimiento, tanto desde la perspectiva de la demanda interna (vía salarios-empleo-inflación), como desde una perspectiva externa, puesto que no hemos sabido abordar el camino de la transformación que nos hubiera situado en el mercado internacional”, ha remachado.