EL Gobierno intenta neutralizar el descontento y la frustración que se vive estos días en el Centro Nacional de Inteligencia, tambien la resistencia palpable de la ministra de Defensa, quien ha defendido siempre a muerte el trabajo de la cesada, Paz Esteban. Y lo hace permitiendo que sea Margarita Robles quien elija y sitúe al frente de la casa a su numero dos. Esperanza Casteleiro, hasta ahora secretaria de Estado de Defensa, “representa la garantía de eficacia y continuidad al frente de los servicios secretos”, comenta alguien que la conoce bien y ha trabajado con ella. Es, como directora cesada, una funcionaria del servicio secreto desde los años 80. Cuenta con el cariño y el respeto de sus compañeros. No forma parte de familia política o camarilla alguna y es conocida por su enorme valía y su capacidad de trabajo. “Una excelente designación”, concluye esta fuente del propio servicio.
Al margen de quién es la cesada y quién la nombrada, lo que ocurre estos días, dicen estas fuentes con acceso al Centro, “tiene un efecto corrosivo, afecta muy seriamente a la forma de trabajar del CNI”. Todos sabían, y no pueden dar crédito, que haber combatido con la ley en la mano al separatismo catalán, les iba a pasar factura. Esa misma sensación se respiraba el pasado viernes durante un acto interno en el Centro (en conmemoración del 20 aniversario del CNI) y al día siguiente de la comparecencia de Paz Esteban en el Congreso. Fue arropada con una ovación. Había mucha gente, nos dicen. “Todo con un aire de despedida y de no entender porqué”.
“Mal por la salida de Paz, bien por la llegada de Esperanza”, resume un antiguo espía. Tanto o más delicado que cesar en este momento a un jefe del servicio secreto (donde la relaciones interpersonales son tan importantes) es nombrar al sucesor, nos comentan en Moncloa: Es necesario contar con la opinión de distintas instancias e instituciones: de Presidencia a Defensa, pasando por Interior, Casa Real o el mundo económico, donde tanto cuenta el trabajo del CNI a la hora de garantizar la seguridad de las empresas. Con una guerra en Europa y una cumbre de la OTAN en Madrid en cuestión de semanas, continuidad y eficacia son la mejor garantía en el futuro del servicio secreto. Con una pata en Defensa y otra en el propio Servicio, “la nueva directora (con rango de Secretaria de Estado) resuelve ese problema y sobre todo tapa muchas heridas, pero el daño es enorme”, insisten nuestras fuentes.