Antiguamente, la manera más fácil y común de encontrar pareja era bajando al bar de casa, pero las aplicaciones de citas ya han superado a ese fenómeno que se ha quedado obsoleto con las nuevas tecnologías.

Según el estudio Disintermediating your Friends, el porcentaje de parejas heterosexuales que se han conocido de manera virtual ha crecido a pasos agigantados en los últimos veinte años: si en 1995 ese porcentaje era del 2%, en 2017 esa cifra ya se posicionaba en un 40%.

Cuatro de cada diez parejas heterosexuales formadas en 2017 se formaron gracias al fenómenos internet, pero, además, ese porcentaje aumente a seis de cada diez en el caso de las parejas homosexuales.

Dicho estudio no solo trata el aumento de citas por internet, sino que también de cómo ese crecimiento ha hecho que desaparecieran los intermediarios a la hora de presentar a personas que acaban formando una pareja.

Entre los años 1995 y 2017, el papel de los amigos como celestinas descendió de un 33% a un 20%; también el de los compañeros de trabajo: de un 19% a un 11%; y lo mismo ocurrió con los familiares, que descendió de un 15% a un 7%.

Desde el año 2010, cada vez más gente se conoce en bares y restaurantes, pero esto no se trata de que la gente coincida en un bar sin haber hablado previamente, sino, de aquellas personas que ya han mantenido un contacto vía internet y deciden verse por primera vez en este tipo de lugares.

Hoy en día, hay infinitas razones por las que cada vez más gente se conoce vía internet, pero la explicación más evidente en los tiempos que corren es que, gracias a los móviles, cada vez pasamos más tiempo conectados lo que ha llevado a la proliferación de webs y aplicaciones de citas.

El estudio anteriormente citado habla de la “asincronía”: esta palabra se refiere a que las personas ya no tienen que estar presentes al mismo tiempo para mantener una conversación, al contrario de como ocurría antiguamente, sino que pueden tardar más tanto en preguntar como en responder. Esto mismo ocurre con el lugar, las personas ya no están obligadas a coincidir en el mismo lugar, multiplicando las posibilidades comunicativas.