Los debates electorales ya son una cita importante en todas las elecciones. Su celebración es reconocido, según los expertos en la materia, como un signo de democratización de los países, ya que todos los ciudadanos tienen la oportunidad de poder ver y escuchar a los principales candidatos en directo responder a las diversas preguntas que les lanzan los periodistas.

El origen de estos tiene lugar en Estados Unidos, donde a comienzos del siglo XX los candidatos iban de poblado en poblado para vender sus propuestas y a su vez, dar un signo de cercanía y de interés hacia los problemas de cada posible votante.

Este proceso, no en vano, ha sufrido una expansión gracias a la televisión. Su desarrollo ha permitido que todos los ciudadanos, sin tener que acudir presencialmente a los actos, puedan escuchar y ver las propuestas de todos los candidatos. Este domingo, precisamente, es el 60 aniversario de la primera ocasión en la que dos candidatos mantuvieron un enfrentamiento dialéctico en la historia moderna. Los candidatos que estrenaron este hito fueron Kennedy y Nixon, que sin quererlo marcaron un antes y un después en el desarrollo de las elecciones democráticas y en la historia de la televisión.

El medio condiciona el mensaje

El debate fue uno de los acontecimientos más seguidos en la historia del país, alcanzando cuotas de audiencia difíciles de superar, pero a su vez los resultados de quién fue el ganador fueron dispares. Una gran parte de los que escucharon el debate por la radio afirmaron que el debate lo ganó Nixon, mientras que quienes lo vieron por televisión dijeron que había sido Kennedy.

La cuestión es, más allá de quien fue el ganador, que este comienzo supuso un antes y un después en el desarrollo de los debates electorales. Ahora estos son una parte indispensable de los comicios donde los candidatos se exponen al veredicto del público, en este caso, millones de electores que miran con lupa qué propuestas tiene cada candidato, y nadie contempla unos comicios sin debate.

Los efectos, según apuntan los expertos, son estériles. Los electores ya tienen decidido su voto antes de que vean el debate, pero eso no quita a que muchos analicen con minucia cada frase, cada gesto y expresión que lanzan. Esto nos indica que los debates electorales están experimentado una profesionalización.

España, un caso de estudio

En nuestro país, a diferencia del resto de nuestro entono, el primer debate electoral se sitúa en 1993. Fue Manuel Campo Vidal el encargado de dar el 'pistolezo de salida' a una nueva etapa dentro de nuestro país con Felipe González y José María Aznar como protagonistas. Ambos se dieron cita hasta en dos ocasiones, una en Antena 3 y otra en Telecinco.

La historia democrática del país nos obligó a tener que esperar hasta 2008 para volver a ser testigos de una nueva cita, en esta ocasión con Zapatero y Rajoy como protagonistas, y es desde el 2011 en adelante cuando más debates se han celebrado.

La desafección hacia la política, motivada en muchas ocasiones por la crisis económica y sus derivadas, han hecho que ahora los debates hayan cobrado vida propia y se han vuelto una cita indispensable de los comicios, donde son capaces de alcanzar grandes cuotas de audiencia y dar grandes titulares que permitan facilitar su estudio. Una profesionalización, que conforme el paso del tiempo, irá a más.