Llueve en el Raval. A primera hora se agolpan frente a la puerta un puñado de votantes madrugadores y suplentes de mesa. Los primeros esperan bajo el agua, los segundos entran para constituir las mesas. En el antiguo Convento del Ángel de Barcelona las mesas electorales ya están cerradas, pero el futuro es incierto, puesto que parece que en otros colegios, igual necesitan de alguno a los que les ha tocado.

“No me hace mucha gracia, hoy tenía que trabajar”, comenta un joven al que le ha tocado ser suplente del segundo vocal. Los responsables están hablando con la junta electoral para saber si tienen que mandar a los suplentes a otros colegios o a casa, aquí no hacen falta. La gente ya está votando.

Los vecinos del Raval votan sin miedo, pero con respeto

Es un barrio diverso, con vecinos de ascendencia filipina, catalanes que son castellano parlantes y gente de todas las edades. Javid es el apoderado de En Comú Podem, la marca de Podemos en la región. Nos dice que es seguro votar, una afirmación que los dos apoderados del PP nos confirman. Intentamos hablar con el de ERC, acepta, pero, un momento, se lo piensa. “Tengo que confirmarlo con mis jefes, si podemos hablar o no”. Una breve llamada en la que asiente y nos dice que no puede hablar con nosotros.

Entonces preguntamos a los vecinos. Hay un poco de todo. Los más mayores, preocupados por la situación de la pandemia “y por la economía”, puntualiza una de las más madrugadoras. Aun así, todos creen que se están tomando las medidas adecuadas: distancia, uso de gel y mascarillas.

Uno de los votantes sale contrariado pues “hay una medida que no están cumpliendo”. Nos sorprende y termina por detallar: “Cuando nos piden el DNI lo cogen con las manos y luego te lo devuelven. Eso lo harán con todos y, claro, al final del día…”. Los apoderados del PP niegan la mayor, “no nos consta”, pero Javid, el de Podemos, admite que lo ha visto “en alguna mesa”, pero asegura que lo normal es enseñarlo desde lejos.

La lluvia y la pandemia frenan la participación

“No miedo, pero sí respeto”, es lo que más se escucha sobre la pandemia del coronavirus, “hay que ir a votar”, afirma una mujer que ha venido a acompañar a su madre. Esta está un poco sorda, pero tiene claro lo que nos quiere decir: “Mi marido murió de esto”, señala al coronavirus. “En 15 días”, remarca. Su hija toma el testigo del relato: “Se lo llevaron al hospital y allí se murió. Yo cogí fiebre y como mi padre estaba muy mal, yo lo tenía que atender. Como no podía, dijo la doctora: “Lo llevamos a un centro sanitario”. Y en 15 días, se acabó”.

Ellas han venido a votar convencidas, confiadas de haber pasado ya lo peor de la pandemia. Hoy entienden que habrá mucha gente que “por miedo” se quiera quedar en casa, “y por la lluvia”. De momento se confirman sus sospechas y a las 13.00 la participación ya ha caído en casi 12 puntos. Unas elecciones inusuales que, todo parece apuntar, tendrán un resultado inusual para una tierra como Cataluña, en la que sus vecinos hace tiempo que se acostumbraron a lo inusual.