Sara Sánchez: "Puedo aportar algo nuevo al bordado tradicional"

Inmaculada Tapia

La bordadora y diseñadora Sara Sánchez ha hecho de su pasión infantil por las manualidades su profesión, en la que, con buenas dosis de paciencia y dedicación, convierte el bordado en un elemento cotidiano, elaborado con técnicas artesanales, hilo sostenible y lentejuelas recicladas.

A sus 23 años, Sara Sánchez (Madrid, 1999) tiene muy claro qué quiere y cómo lograrlo. Su firma de moda es una clara declaración de intenciones: Perenne.

"Quiero que mis piezas duren toda la vida. Vendo calidad, una elaboración artesana con mucha técnica detrás", asegura en una entrevista con Efe esta joven creadora, que subraya que el bordado es un medio de expresión.

Con técnicas artesanales de alta costura hace hincapié en que puede "aportar algo nuevo al bordado tradicional" con una costura más contemporánea.

Desde que era niña las manualidades forjaron su carácter, y de construir ordenadores con cajas de cartón, pasó a interesarse por la moda, mirando revistas.

A los 13 años se apuntó a su primer curso de costura, "me encantó". Después vino un campamento de proceso creativo para hacer una colección y de ahí al IED de Madrid donde se graduó.

En la universidad fue cuando descubrió los bordados, un proceso que marcó su trabajo de fin de carrera en el que aplicó todos sus conocimientos, una tarea a la que no ha puesto fin, tras viajar a Italia para seguir perfeccionando y ampliando su técnica con una especialista en bordado de alta costura de la que aprendió gran parte de lo que sabe.

"Decidí que el bordado iba a ser mi manera de expresarme en la moda", un diseño que, explica, requiere una buena dosis de paciencia, una característica de su carácter que ha forjado viviendo en el campo, cuando se entretenía sola realizando todo tipo de manualidades, y que -indica- también ha condicionado el desarrollo de su marca.

"La manera en la que crecí hizo que potenciara mi creatividad, investigando qué era capaz de hacer con mis manos", y añade que trabajar manualmente es la manera más representativa de amor, "el resultado sale del interior".

Se reconoce más madura y responsable que otros jóvenes de su generación. Siempre ha tenido claro que quería tener marca propia, aunque le "asusta un poco dedicarse al bordado", un aspecto de la moda que parece que nadie quiere, un trabajo del que pensó que no sería capaz de vivir hasta que una de sus profesoras le abrió los ojos y avivó su objetivo.

Ejerce su labor de empresaria y diseñadora con el mismo entusiasmo. "Lleva mucho trabajo y cometo mil errores", apunta mientras contempla de cerca los apuntes de la universidad, que consulta en caso de duda, unidos a sus lecturas de libros de empresa y sus recientes estudios sobre marketing digital para alimentar las redes sociales.

Su paso por Atelier Couture, la pasarela de moda nupcial artesana donde ha exhibido sus trabajo en velos, vestidos de novia, mantelerías o bolsos, ha cautivado a más de uno de los presentes.

Su compromiso con la sostenibilidad la lleva a utilizar hilo con un certificado garantiza que no incorpora tintes que dañen el océano y utiliza lentejuelas realizadas a partir de botellas de agua recicladas.

"Es una necesidad, como joven tengo una responsabilidad con la sostenibilidad", incide esta bordadora que se inspira en la naturaleza para crear, reinterpretándola a su manera para ofrecer siempre un trabajo exclusivo para novias que quieren sentirse "únicas y expresar lo que sienten".

Pero también realiza bordados aplicados a cualquier tipo de textil, desde un cuadro, al textil del hogar o a una prenda, una técnica que ha descubierto que no solo están interesadas personas de una edad avanzada.

"Trato de llevar el bordado de alta costura a la vida más cotidiana", concluye Sara Sánchez que asegura que los jóvenes buscan un elemento diferenciador y "encuentran en el bordado ese plus".