Carmen Sigüenza.

La pérdida, el conflicto con el otro a través de la palabra, el cuerpo, la piel o el tacto como huella para la escritura son los temas que vertebran el segundo poemario de Claudia Pérez, un fenómeno de la poesía joven creado a través del "boca oreja".

Y es que "Te miro como quien asiste a un deshielo", el libro de González Caparrós (A Coruña, 1993), publicado por La Bella Varsovia, acaba de salir a la calle y ya va por la segunda edición.

Claudia González Caparrós, que obtuvo el accésit del VIII Premio de Poesía Joven "Pablo García Baena" con su libro "Si la carne es hierba (Sully Morland)" en la actualidad está completando sus estudios en Literaturas hispánicas en la Universidad de Indiana (Estados Unidos).

Así con sus dos libros publicados, esta autora se ha convertido en una de las voces poéticas más interesantes del panorama actual en lengua castellana, como recogen algunas de las antologías de los poetas menores de 25 años.

En "Te miro como quien asiste a un deshielo", la poeta gallega escribe: "No sé si es posible salvar el abismo entre dos mundos, entre dos cuerpos/entre dos bocas que se mueven sin emitir ningún sonido, no sé/si es posible hacerle frente al frío del los pies descalzos sobre las baldosas/ al frío que sube como un insecto por el cuerpo".

Unos versos que muestran, en opinión de la autora, su camino, su preocupación por el tema del otro, por la otredad, como "el otro limita y como también posibilita una manera de explorar de forma profunda el lenguaje", explica a Efe.

Un libro que habla del deseo, al que se renuncia pero que no se agota, un poemario muy intenso, muy físico, que ahonda en el individuo como fuente de conocimiento.

"Me interesa la idea de la carne, pero más la piel y la superficie, lo táctil -argumenta- y cómo la posibilidad de un contacto con el otro puede adquirir dimensiones éticas, al construirse como sujeto en el momento de tocarnos a través del lenguaje".

Máster en historia del arte, González Caparrós deja reflejo en el libo de su amor por las artes plásticas y la filosofía. Admiradora de Rilke, Lévinas, Valente o Zambrano, esta poeta asegura que lo que más le interesa en la creación es hablar del proceso de la pérdida.

Un dolor que acompaña a una ruptura, a la que le sigue el silencio y una huella con posibilidad de renacer.