Mayte Martín ha vuelto este jueves a la Bienal de Flamenco de Sevilla en una actuación que consideró "especial" y de la que salió ovacionada y obligada a hacer un bis tras mostrar un amplio repertorio con constantes guiños a la ciudad propios de un enamoramiento.

"Es como una cita especial, que no sabes qué ponerte", explicó la catalana en mitad de la actuación, denominada "Flamenco íntimo", en la que desplegó su habitual virtuosismo acompañada de tres guitarras, un percusionista y un contrabajo.

Comenzó con una versión muy lenta de "Campanilleros" para homenajear a La Niña de la Puebla y dejar patente que su espectáculo "es una incitación al recuerdo, a esa acción sanadora de agitar la memoria para rendir culto a lo que nos precedió y agradecer lo que nos fue concedido".

Mayte Martín no pudo ocultar el orgullo que le suponía regresar al teatro Lope de Vega de Sevilla con todas las entradas vendidas y se afanó en agradar al público, lo que logró sobradamente.

Tras las primera parte junto a dos guitarristas y la percusión, luego le acompañó el guitarrista José Gálvez, que maravilló con el sutil manejo de las cuerdas y provocó varias ovaciones del público mientras introducía a Mayte Martín en los cantes más clásicos.

Después volvieron los dos guitarristas, el percusionista y el contrabajo, se dirigió al público dudando cómo definir lo que estaba viviendo tras su regreso "tras ocho o diez años" a la Bienal de Flamenco, considerada la cita más importante en el mundo de este arte.

En esas citas especiales "te pones una cosa y te la quitas, dudas". Desde el público le dijeron: "Has acertado", y ella dijo que siempre va igual: camiseta negra y traje de chaqueta del mismo color. "Así siempre acierto", lo que provocó las risas del público.

Entonó con su habitual encanto una milonga del argentino Atahualpa Yupanki, lo que permitió dejar claro la maestría de su voz.

El colofón, antes del bis, fueron las sevillanas de Manuel Pareja Obregón, al que lamentó no haber conocido y alabó por situar este tipo de flamenco "en otro nivel". Su forma de cantarlas, su compás y destacando las estrofas que alaban a Sevilla provocaron el delirio.

El público, en pie y al compás de las palmas flamencas, le hizo volver para cerrar una noche en la que arrancó numerosos "óles" de una voz prodigiosa, la que le valió para obtener la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes.