SANTIAGO ISLA
Falsas promesas y frustración en "Los juegos florales", de Santiago Isla
María Romano
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María Romano
Santiago Isla dice haber saltado a la literatura "por casualidad", pero ya va por su segunda novela, "Los juegos florales", un retrato de una juventud contemporánea en busca de un futuro con éxito, a través de un joven con vocación de escritor que tiene poca tolerancia a la frustración.
Isla (Madrid, 1994) escribió su primera novela, "Buenas noches" (Círculo de Tiza), gracias a la insistencia de la que se convertiría en su primera editora y, apenas un año y medio después, ha publicado la segunda, "Los juegos florales" (Espasa), también según él por el impulso de su nueva editora.
Siempre le ha gustado escribir y además, es muy lector, según comenta en una entrevista con Efe. Además, estudió Derecho, es el vocalista del grupo de música Chelsea Boots y hace años que escribe en un blog. Un autor polifacético que, como él mismo señala de forma irónica, tiene "un trabajo de verdad" en la industria audiovisual.
Isla, que ha acudido muchas veces como lector a la Feria del Libro, este año ha podido firmar como escritor y se ha sentido "muy bien". Una experiencia que ha vivido por primera vez, dado que su primera novela se publicó días antes del confinamiento y la Feria de 2020 se canceló.
"Los juegos florales", un título que hace referencia a un certamen de poesía, es una tragicomedia que cuenta las adversidades de un joven aspirante a escritor, una competición por alzarse con el premio de la literatura y de la vida, con la diferencia de que esta vez no hay vencedor.
Ignacio Benavides, un joven desencantado, que al primer tropiezo se da por vencido, abandona sus estudios universitarios y deja de alimentar el sueño de convertirse en escritor tras el fracaso de su primera novela basada en un desamor.
Entretanto, malvive como dependiente en una librería, hasta que un hombre con contactos en el mundo de la cultura, Julio Gasset, le ofrece la posibilidad de alcanzar ese éxito ansiado.
Mientras que Benavides es el espejo de una generación, Julio Gasset, un hombre en sus cuarenta acostumbrado a los lujos y que vive del cuento, representa la parte más social de la novela.
Una diferencia de clases que también queda reflejada en los escenarios de la historia como los bares de Madrid y las zonas residenciales de clase media frente a los restaurantes caros y los chalés de los barrios pudientes, la ostentosa Marbella y Sanxenxo, frete a la playa de Mazarrón en Murcia y un pueblo de Segovia.
El autor -hijo del presidente de Inditex, Pablo Isla- escribió esta novela durante la segunda ola de la pandemia y, para divertirse, introdujo varios guiños sobre sí mismo como la portada, que es un autorretrato del artista austriaco Egon Schiele y que guarda cierto parecido con Isla. El divertimento continúa al incluirse a sí mismo como personaje, un joven escritor de éxito que se pasea por la trama.
Isla, que reivindica la figura del poeta bendito frente al estereotipo del artista maldito, reconoce que le gustaría continuar con su andadura como escritor, aunque confiesa que está más orgulloso de los libros que ha leído que de los que ha escrito, como decía Jorge Luis Borges. EFE
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