Pilar Palazuelos

Cantabria recuerda, con el centenario de su nacimiento como hilo conductor, a Manuel Pereda de la Reguera, un artista y creador poliédrico, además de amante y estudioso de su tierra, que dejó prueba de su talento en obras de diversa índole, alguna tan emblemática como la Puerta del Perdón del monasterio de Santo Toribio de Liébana.

El Gobierno de Cantabria y varias instituciones y entidades colaboran para homenajear con una exposición en la Biblioteca Central a este hombre polifacético, patriarca de una familia de artistas que, en diferentes ámbitos, han continuado con su alargada sombra.

Porque Manuel Pereda de la Reguera (1919-1981) no solo fue creador en varias dimensiones culturales y artísticas y un intelectual, sino que dejó tras de sí el legado de una familia también volcada en la cultura y en la innovación, a través de sus hijas, la periodista y escritora Rosa Pereda y la artista y diseñadora María José Pereda, y de sus nietos, el cantante y actor Jimmy Barnatán y el artista y diseñador Manuel Ángel Pereda.

De casta le viene al galgo: Manuel Pereda de la Reguera fue escritor, escultor, historiador, inventor, un hombre inquieto y apasionado por el saber, el descubrimiento y la cultura.

Fue además un enamorado de su tierra, Cantabria, y mucho de la comarca de Liébana, con la que se vincula una de sus obras más señeras: la Puerta del Perdón.

Pero también escribió novelas, relatos, poemas, piezas teatrales y hasta una zarzuela, además de treinta ensayos en los que plasmó su trabajo de investigador e historiador.

Su currículum es más que dilatado: licenciado en Derecho, diplomado en los cursos de Periodismo de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, vicepresidente del Centro de Estudios Montañeses, cronista honorario de Liébana y de Trasmiera, y académico de la Real Academia de la Historia figuran en la hoja de servicio de Pereda de la Reguera.

Estuvo también al frente del Ateneo de Santander entre 1975 y 1981, en una de las etapas que se recuerda como más activa de esta institución cultural.

Y tuvo un espíritu innovador, que le llevó a registrar más de 40 patentes de inventos, entre ellos una especie de precursor del cajero automático.

La exposición en la Biblioteca Central de Cantabria, sin ser exhaustiva, pone el foco en algunas facetas de su actividad, pero también de su personalidad.

De su obra destaca la Puerta del Perdón de Santo Toribio de Liébana, la que marca el inicio del Año Santo y que después se mantiene abierta un año para recibir peregrinos.

En sus textos, Pereda de la Reguera habló de Cantabria y de sus habitantes y figuras relevantes, de sus costumbres, de los indianos, o de sus orígenes.

Era tertuliano y gran conversador, frecuentó los ambientes literarios, como el Café Gijón cuando iba a Madrid, y era un habitual en la conocida cafetería santanderina La Austríaca de Puertochico.

Allí se reunía con su 'grupito', entre ellos Vital Alsar cuando no estaba navegando o construyendo barcos. También tuvo estrecha relación, sobre todo en los últimos meses, con otro cántabro de pro en el mundo, el publicista y mecenas Eulalio Ferrer.

Su huella indeleble se quiere recordar ahora en esta exposición, que quiere acercar la figura de Manuel Pereda de la Reguera y la cultura de su época a las generaciones actuales.